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Cómicos en Armilla            acróbata ·funambulista ·guitarrista · músico I · músico II · rapsoda

 

el relato del músico (1)

 

CONCIERTO

 

 

Comienza a despejarse el día. El Maestro trae consigo la partitura que años llevaba en su cabeza, y, que, gracias a una langosta y a una marmota, logró ponerle fin a ese laberinto musical, una vez iniciado por capricho, aquí, en Armilla. Se mudó a esta ciudad atraído por la Casualidad, a quien no conoce personalmente, pero le dijeron que ella podría introducirle al mejor coro de ninfas y náyades jamás escuchado. Y eso es lo que él necesita: voces de las profundidades para sacar a flote a su Eva Futura, dormida en el océano desde hace ya muchos años. ¡Ah, si tan solo Villiers estuviera aquí, ahora y en este momento, en el que las notas saltan acaloradas en su carpeta, re-escribiendo otro final para esa doncella con ojos de redes pasadas! ¡Qué final! O, mejor dicho, ¡qué renacimiento le espera a esa dulce criatura de metal convertida en una nereida por capricho de una pluma virtuosa y trágica!

Por la Casualidad, las ninfas y náyades han sido avisadas de que él llegará y dará un concierto, aquí, en Armilla. Él las buscará, y ellas ya habrán leído su obra, para dejar caer de sus labios las notas que el Maestro guardó durante años en su cabeza. Así, mientras avanza sobre las calles inexistentes -adivinando las paredes y las casas, deleitándose por las tuberías, los grifos, las tinas y las regaderas, sus instrumentos musicales-, tose un poco, porque sabe que se acerca al lugar donde deberá levantar su orquesta. Y tose otra vez, porque quiere que salgan de la tierra los músicos de barro que las ninfas deben haber confeccionado cuidadosamente la noche pasada. Espera que el sol los haya cocinado bien, pues el arte de tocar tubería es muy rudo y si no se han secado lo suficiente no podrán seguir el vértigo de su pieza musical.

Llega al final del recorrido. Y, como si desde siempre le hubiesen estado esperando, un conglomerado de tubos y cañerías, de grifos y de regaderas imponentes se distribuyen de manera ordenada en diversas secciones, de lo que sin duda debió o debería ser, un gran sauna. Asombrado, deja caer su carpeta donde su partitura descansa, y ésta, al tocar el suelo, suelta unos cangrejos que él recoge apuradamente para devolverlos a su sitio: compañeros de un fa sostenido por dos bemoles y una ostra. Suspira complacido mientras recorre el lugar, verificando, con buen oficio, que todo esté en orden. "Que nada falte y nada sobre".

Ahora, sólo espera a Casualidad y que con ella vengan las ninfas, las náyades y los hombres de barro. Así, iniciará el concierto. Y las voces se agruparan desde las tinas donde ellas, las dulces muchachas de agua, convocarán a la Eva Futura, dormida y custodiada por el mar desde hace muchos años, en su cabeza.

 

Cecilia Eudave , es músico en Armilla

 

 

 

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