Debo reconocer que su conversación, cuando
menos, me aligeraba el tiempo de la espera. Las demoras no son tan inusuales cuando se
viaja por avión, pero ésta llevaba, ya, mucho tiempo. -Justo ahora, en la aduana -me
decía-, me ha tocado estar detrás de un mexicano. Una pena: llevaba una camisa con
negras desnudas, palmeras y botellas; tenía ojos de rata, el pelo a cepillo, una tripa
monstruosa... Una caricatura. Sólo le faltaba el sombrero de charro. Y se había dejado
el pasaporte en la maleta.
Poco antes habíamos estado hablando de
nacionalidades, rasgos de cada país, cosas por el estilo. Y habíamos quedado de acuerdo
en que había ciertos elementos que unificaban, más allá de las fronteras nacionales, a
la gente criolla, de ascendencia española residente en América Latina. (Bueno, exagero:
él había estado muy conforme, y yo me había limitado, casi, a asentir con
monosílabos.)
-Todo lo que decía para justificarse era:
"Y'ha d'estar en el avión", "Y'ha d'estar en el avión"... Patético
-y el acento, en efecto, sonaba patético-. Pero lo peor fue cuando el funcionario de la
aduana le ha preguntado, no sé, supongo que el motivo de su viaje, y él, más o menos,
le ha dicho "Pues eh que me quiero escapal, chico, pero la veldá como que no me
quiero il de balsero..." -hizo una mueca- ¡El muy imbécil! Y luego, encima...,
¿cómo ha sido? "No, pos, digo, no, ya en serio... La verdad es que nos vinimos de
pinta, carnal. De traviesitos". Algo así. Y se ha reído.
-Pintoresco.
-Cuando menos, no hay que preguntar de
dónde viene.
-¿Y a un criollo?
-Te repito que los criollos tenemos cierta
identidad... ¿Por qué, si no, tú y yo podemos hablar tan tranquilos? Además de los
rasgos hay cierta cultura, cierta actitud. Era obvio que ése sólo ha estado en Cuba para
emborracharse, para follar... Y luego, después de que se han mandado llamar a no sé
cuántos funcionarios, y él ha estado exigiendo por no sé cuánto tiempo que saquen su
pasaporte del avión, resulta que un amigo suyo, vestido exactamente como él, se ha
sacado el pasaporte de la chaqueta y ha dicho: "No lo había visto"...
Se rió. -Yo no sé qué pensarán los
criollos mexicanos, pero a mí me daría vergüenza salir de mi país. Tener que pasar por
la misma criba que esa gente...
Le mostré mi propio pasaporte mexicano y
ninguno de los dos supo qué decir.
Alberto Chimal