CONCURSO :: MpA 1997-1999 :: APENAS RECORDAMOS:: LA ESPERA :: CUADERNO DE VIAJES :: BRIAN ENO

INDICE   MUSICA PARA AEROPUERTOS


APENAS RECORDAMOS
por
Rafael Pérez Castells

·
·
·
·

El 
viajero despierto

El olor de los aeropuertos
A veces el gusto no es mío
El tacto también cuenta
El sonido de los lugares
Visiones del viajero
Final

·
·
·

EL VIAJERO DESPIERTO

Los sentidos nos acercan al exterior. Son cinco al menos, aunque la mayor parte del tiempo dormitan atentos a una señal y la otra trabajan en automático sin esperar que les presten atención. El viaje es un buen sitio para practicar con ellos. Sus experiencias, muchas veces las más irónicas, serán referencias para apreciar mejor las cosas familiares que desde siempre nos rodean y apenas recordamos. ¿Quién no encuentra en la cara de su hija un lunar que antes no había visto? Al cambiar de aires, se cambia de olores, sabores, sonidos e imágenes, incluso el tacto es distinto y esos cambios despiertan los sentidos, a veces intempestivamente.

Pero, ¿qué es viajar? Según La Real Academia viajar es trasladarse de un lugar a otro, aunque los que viajan lo dirían de una forma diferente. Ni mejor ni peor que la definición del Diccionario, pero seguro que más cálida y con matices. Hay viajes de placer, son aquellos que se realizan por gusto; no importa la razón: unas vacaciones rápidas o dos años navegando alrededor del mundo son traslados voluntarios. El navegante puede buscar un sueño y el turista un poco de sol, pero ambos viajan porque quieren y pueden. Los otros viajes tienen motivos variados y, aunque algunos no estén exentos de placer, la razón que los guía es otra. Hay viajes de negocios como los de Marco Polo o los de la legión de ejecutivos que surcan los cielos; de estudios como los de Erasmo o el de un postgraduado a Yale; de despedida, los que van a su tierra a enterrar un recuerdo; de apostolado - normalmente éstos son los más tristes, porque al viajero le apena robar el alma a los que ya no tienen nada -; hay peregrinaciones a lugares sagrados y también el terrible exilio. Alguien me dijo alguna vez que viajar no era únicamente trasladarse, sino buscar y estar en un destino.

No hallarás otra tierra ni otra mar.
La ciudad irá siempre en ti…
…la vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra. 

Kavafis sabía una parte, aunque cambiemos de lugar permanecemos en nosotros mismos, incluso si hemos llegado allí huyendo de nuestra historia. Pero el viaje no cambia sólo el decorado. Un buen día de otoño, me lo volvió a recordar otro viajero: aunque el poeta no le dé importancia, nosotros sí debemos dársela, porque esos cambios nos enseñan lo relativo de nuestros principios. Cada ciudad, cada cultura que conocemos arranca una capa de la cebolla de nuestras costumbres, dejando nuestro yo cada vez más indefenso. Perder la fe en los principios fundamentales no era tan dramático para él, probablemente la única forma de empezar por el buen camino. Al contraponer la propia verdad a la ajena y recibir aquella como respuesta, aprendía que hay muchas formas de ver las cosas y que los hombres justos se parecen en todos los sitios. 

Escuché sus historias divertido, - daba extremada importancia a los sentidos, porque decía que eran las manos que cosechaban para saciar la boca hambrienta del espíritu - aunque enseguida comprendí que eran una quimera. Las transcribo, como si de un largo monólogo se tratara, sin incluir diálogos, circunloquios ni interrupciones para ofrecerse tabaco o pedir té para él y zumo de naranja para mí. Se han ordenado los recuerdos siguiendo un guión - ahora lo sé - previamente trazado por su mente obsesionada, pero que no tuvo un desarrollo lineal en ningún momento. Pasaba de una anécdota a otra, cambiando de ciudad y de recuerdo, guiado aparentemente por el azar pero, ahora, cuando pienso en ellas, soy incapaz de encontrar alguna que desviase la atención sobre su teoría de los sentidos. Me recordó al maestro que enseña al alumno, sin señalarle con el dedo las respuestas. Pero olvidé preguntarle - mal alumno - por qué sólo hablaba de cinco ciudades.

Al final de cada capítulo introduzco alguna observación propia que resume el sentido de los comentarios que vertimos durante aquella tarde lluviosa, sentados en la cafetería del lobby de un hotel de Tokio. El que haya visitado esta ciudad, o cualquiera de las que aquí se citan, echará en falta en estas líneas otros recuerdos, en algún caso le parecerán olvidos imperdonables - a mi algunos me parecieron nimios o fuera de lugar; mas son los recuerdos, las palabras de un viajero obsesionado por construir una teoría, un cofre cerrado con una sorpresa, algo que retrasase el olvido.

 

[1 de 7] ---------- ver siguiente -----|>

 

VOLVER A INDICE MUSICA PARA AEROPUERTOS 

    seis   invierno  uno

PORTADA :: EL HILO :: MÚSICA PARA AEROPUERTOS : EL LABERINTO