Los terribles abismos en la obra de un artista atormentado
por Aurori Va

 

Jeroen Bosch, hablaré de usted, de sus abismos cielo-tierra, bien-mal, eternidad-perdición.

Eres un caso serio y me has dado mucho que pensar, pero tu obra es magnífica, y como veo que te gustan los animales, desde aquí, y si es que te fuiste al cielo, te pido para que ayudes a terminar con la Zoomafia, según dicen, muy presente en Holanda, tu país.

Abismos que quiebran el alma y te hacen reflexionar sobre tus acciones y futuro.

Sobre si obras bien o regular, mal o si eres terrible y tu alma está poblada de malas ideas que te llevarán al mismísimo infiermo, lugar dónde nadie tendrá pena de ti.

El peor de los lugares. Por eso, cuidado con las obras de ahora en adelante.

Hablaré aquí por muchos seres que pueblan la Tierra y admiraron el genio de este autor.
Hablaré porque deseo compartir lo que me han contado, el resultado de reflexiones y meditaciones de seres de diferentes culturas, razas y profesiones.

..Caos en medio del orden y un adiós que es despedida. Un amor que llega tarde para quebrantarme la vida y llenarme de pesadillas.

Tal vez ésto fue lo que sintió El Bosco cuando pintó sus obras. Un amor que llegando tarde, sería la perdición de su alma y de su amistosa fe. Su derroche de lamentos y caída en picado al mismísimo infierno. Un amor de una pecadora que le ama a pesar de todo y sobre todas las cosas. Un amor que quisiera llegara a ser divino, pero Dios es estricto con él y con los demás hombres. No podemos equivocarnos en el amor porque ahí está tu salvación, en encontrarle y amarle de verdad, y cuando digo de verdad, es de verdad.

Un amor que llega a deshora, tocará fondo en pecado y acabará con su alma, quemándola, será una pesada carga, mejor dejarlo a un lado si se puede y así las frutas no crecerán tanto en sus cuadros, las cosas tendrán armoniosas y mejores formas, los hombres y mujeres ropas y una sonrisa en sus labios de coral y serán más mestizos porque se cruzarán entre ellos por amor, del puro y duro. Porque un amor que es perdición, te lleva a pintar esas cosas, que nos gustan y advierten de que el camino es complicado, te amarga, pero sabrás ser feliz si tu número de aciertos es mayor que el de derrotas. Te sentirás muy bien.

Un amor tardío, cuidado, a unos hace famosos en sus profesiones si saben representarlo, a otros los perderán del trayecto si no saben superarlo.

Aprendamos, y sea cual sea tu decisión, sigue adelante.

Voy a hablar del Bosco, como sentadita en la sillita de un jardín barroco y a la vez, modernista y algo impresionista, porque la niebla me hace ver como puntos sobre el paisaje. Era un hombre perteneciente al Surrealisno, es necesario saber un poco de su vida para descifrar su Jardín de las Delicias.

Preciosa obra, de las mejores suyas para entregar al mundo, con bondad.

Seres en grupos, desnudos y blancos inmaculados en su mayoría, de perfil muchos, otros parece que sufriendo y sólo puedo decir que me invaden miles de sensaciones raras y me envuelvo en un clima de extravagancia que desconocía por completo.

Me parece regular, no me agrada demasiado que sean blancos en su mayoría, pero era lo que estaba en la retina del artista, o blanco o negro. Nada de cruzamientos. No obstante creo que todos somos iguales, y es lo mismo el color de tu piel, siempre y cuando la intención no sea de las peores.

Me penetra la obra hasta el intestino, como una rosquilla que se come y te alimenta, como es tu pensamiento en frío, como la ropa que decides ponerte día a día.

Me sorprende su arte y me eleva a un clima solar sin precedentes, a una ola del mar tremenda y fuerte, a una habitación de claustro y de oraciones.

Me duele la traición y los sinsabores, las personas que  cargan con sus penas, las figuras raras que son como fuentes y el azul del cielo, también me hiere.

Nada me resulta indiferente, las frutas, los seres desnudos y con ropa, las sillas elevadas ni los animales exóticos que también parecen amables y colaboradores para con los hombres.

Las conductas humanas son las normales, ¿quién no deseó estar desnudo en el campo, cabalgar sobre el lomo de fieras salvajes, verse envuelto entre frutas y aguas claras que no se sabe de dónde salen?. Díganme, ¿quién no quiso ser o vivir algo especial?.

La primavera se acerca o es verano, no observo muchas flores y las extraño, ¿quién pudiera ser mismo El Bosco?, sí, para agregar amapolas, orquídeas, rosas, camelias y margaritas sobre esas praderas descontroladas y dominadas por el ser humano. Tratadas a su antojo. Belleza, cielo claro y belleza, ¿podría haber más?.

Fantasía de medio día y gente que no sabe porque hace lo que hace, y finalmente un final diferente al principio.

Un final que me remata y me pone loca de remate, aunque siga siendo yo y esté muy cuerda todavía.

Voy a dormir soñando con sus formas, sus misericordias perdidas y holocaustos, su caos, deformidades, sinvergüenzuras y falta de tacto al mostrar seres sin ropa, algunos besándose, otros tocándose, y casi siempre muy despiertos y atentos, abiertos a sus historias sensuales y sufrimientos diversos que con holgura llegan a transmitirnos para atormentarnos también.

Esto es lo que veo y lo que ves. Lo repetiré una y otra vez.

Eso es lo que siento y hace que tome reposo sobre la mecedora o la silla de mi jardín contemporáneo, deseando, sin embargo, jamás estar en el jardín que El Bosco ha pintado, y que hoy llega a mis manos buscando un abrazo, cuando yo solamente puedo decir que es un cuadro. Hermoso, sí, lleno de significados, pero un cuadro al fin y al cabo, que no sentirá jamás que le amo como le amo. Porque tal vez no le ame, todo puede ser. Porque tal vez lo observe porque deseo hablar de su autor, bien y regular.

Según la Página de Internet On Line, Taringa, de la que sacaré todos los apuntes que no sean del Jardín de las Delicias:

El Bosco es el sobrenombre por el que conocemos al genial pintor holandés Jeroen van Aeken.

Nació en la localidad holandesa de Hertogenbosch, cerca de Amberes, en el ducado de Bravante. Sin embargo, no hay noticias de que saliera de su ciudad natal, ni siquiera a la próspera ciudad comercial de Amberes.

Su familia estaba dedicada tradicionalmente al oficio de pintor: su abuelo, su padre, su tío, sus hermanos y su hijo. El taller familiar lo heredó Goosen, su hermano mayor, que de esta forma poseía en exclusiva el derecho a usar el apellido familiar Van Aeken que distinguía las obras de este taller frente a las de otros talleres de pintores.

Por ello, Jeroen tuvo que buscar un nombre con el que organizar su propio taller y diferenciarse de su hermano; latinizó su nombre de pila transformándolo en Hieronimus y eligió por apellido el nombre de su ciudad natal S'Hertogenbosch, simplificado Bosch, nombre que en España derivó hacia El Bosco.

Este cambio en su nombre tuvo lugar hacia 1480, cuando también se casó con Aleyt van Meervene, joven procedente de una buena familia que proporcionaba una buena dote al matrimonio. Por esas fechas, Hieronimus obtuvo el título de maestro, imprescindible para trabajar de forma independiente. Los encargos debían ser numerosos, ya que queda constancia de que pagaba uno de los tributos más altos de la ciudad y de que vivía en la mejor zona de la ciudad, en la plaza mayor.

Su clientela estaba formada por burgueses, clérigos, nobles y la Hermandad de Nuestra Señora, cofradía religiosa dedicada a la Virgen de la que El Bosco era miembro. Uno de sus encargos más importantes lo recibió en 1504: pintó para Felipe el Hermoso un Juicio Final, lo que indica que su fama había llegado a la Corte borgoñona.

Su estilo recogía claramente los fantasmas de los años finales de la Edad Media, en los que la salvación tras la muerte era una gran obsesión. Existen pocos datos de su vida, siempre llena de leyendas que intentan explicar el enigmático significado de sus cuadros. Su formación como pintor la pasó en el seno de su familia: fueron sus propios hermanos y su padre quienes le enseñaron el oficio artesanal. De esto se deriva una cierta torpeza compositiva, aunque enseguida estableció su temática favorita: la debilidad humana, tan proclive al engaño y a ceder a las tentaciones.

Una de sus fuentes de inspiración favoritas fue la cultura popular. Los refranes, los dichos, las costumbres y leyendas, las supersticiones del pueblo le dieron múltiples temas para tratar en sus cuadros. Da a los objetos de uso cotidiano un sentido diferente y convierte la escena en un momento delirante, lleno de simbolismos. Todos sus cuadros están impregnados de un sentido del humor burlesco, a veces cruel.

El Bosco vivió en un mundo cruel, la organización de los estados nacionales brillaba por su ausencia y en los terrenos rurales se imponía la ley del más fuerte. La ignorancia y el analfabetismo alcanzaban a un 90% de la población, que veía su esperanza de vida en poco más de los cuarenta años. Las enfermedades endémicas y las epidemias, frecuentemente de peste, diezmaban a la población, cuando no se trataba de guerras mantenidas durante años.

En tal estado de cosas, en toda Europa se produjeron abundantes movimientos heréticos, sectas que trataban de romper con la Iglesia, que ostentaba un poder y un lujo excesivos. Los movimientos heréticos trataban de retornar a las raíces del primer cristianismo, con comunidades en las que se compartieran los bienes. Casi todas las sectas fueron perseguidas, con casos como el de Savonarola en Italia. Sin embargo, en Alemania, muy cerca de Países Bajos, Lutero conseguiría triunfar pocos años después de la muerte del Bosco.

Es decir, nuestro artista vivió en una época de crisis espiritual muy profunda, que condujo poco después a la ruptura del mundo cristiano. El Bosco prácticamente pintó sólo obras religiosas. Su piedad era extrema, rigurosa, y presentaba un mundo enfangado, que se revolcaba en el pecado, casi sin esperanza de salvación. El Bosco ve a sus congéneres pudriéndose en el Infierno por todo tipo de vicios. Se tiende a mirar sus obras como productos magníficos de la imaginación y no hay tentación más fácil que identificarlo con el surrealismo. Se comete el error de pensar que El Bosco pintó para nosotros, que se adelantó a nuestra visión de época y que en ello radica su valor como visionario.

Pero lo hizo hace más de 500 años y nosotros hoy día somos incapaces de comprender todos los símbolos y lecturas con que impregnó sus cuadros. Tan sólo aquellas imágenes que resultan familiares son rápidamente extraídas de su contexto y examinadas a la luz de la psicología del siglo XX. En la época del Bosco no existía la psicología.

El mundo religioso estaba tan presente o más como los fenómenos cotidianos. En un mundo dónde no se sabía leer ni existían imágenes apenas, los cuadros del Bosco presentaban una realidad tan cotidiana como los trabajos del campo. La presencia continua del pecado y la amenaza del infierno eran ley de vida.

En su obra El Jardín de las Delicias, a diferencia del “Ecce Homo” (1475-80, no hay letras. “Ecce Homa” fue realizado en témpera y óleo sobre tabla, Städelsches Kunstinstitut, Frankfurt). Se trata de una de las primeras obras de El Bosco, muy apegada aún a los gustos de la época y siguiendo los cánones marcados por la pintura medieval. Cristo aparece frente a la multitud y es presentado por Pilatos de cuya boca salen las palabras "Ecce Homo" como era tradicional en la pintura flamenca, la masa grita "Crufige eum" y en una tercera inscripción se lee "Salve nep Redentor Christe" saliendo de la boca de los donantes que han sido borrados. Una de las torres del fondo tiene la media luna turca, se debe a que en época de El Bosco se identificaba a los enemigos de Cristo con el Islam.

Lo primero en este análisis fue repasar la vida del extraño pintor. Interesante, sin duda. Porque un artista de pinceles y lienzos, pinta siempre lo que lleva dentro. Se manifiesta de ese modo su buen hacer, sentir y saber ganar y perder.

Es su arte con el que va a todas partes, se mueve y menea por los parques de la ciudad, se da a conocer y se marea luego del almuerzo pesado y rico, de tanto buen arte, como lleva en el cuerpo. De tanto salero como transmite en sus historias icónicas y sin un sentido del todo explícito.

Hay que sentirle y consentirle, seguirle y digerirle, amarle y buscarle las cosquillas, enchufarse a su amor por los colores, sus recreaciones en las formas, su sentir global y particular, sus pensamientos vivos y sus representaciones icónicas que llega a universalizar, convirtiendo su trabajo en materia de estudio en las universidades y los colegios.

Encuentro en ella a seres humanos montados sobre animales en movimiento y mi atención se detuvo en dos figuras negras, hombre y mujer, con algo de flores en el cuerpo, lo curioso es que son negros, muy negros. Y son minoría clara.

Es evidente que al Bosco, le gusta la piel clara, o es lo que tiene a su alrededor y lo que prefiere, sun pinceles se llenan de mujeres rubias y delgadas, apasionadas y seductoras. Transgresoras de las normas. Modernas y alocadas.

He visto además pájaros gigantescos, búhos y pajaritos pequeños, pero muchas aves son mayores que humanos, choca un poco ver esos tamaños desproporcionados. Choca y ya está.

Es como si los animales fuesen mas importantes que las personas, y no lo discuto, seguro que lo son, pero no son dimensiones reales las de los pájaros representados. Reconozco que no me aterra, me divierte, pero nuestra realidad no es así, es diferente. Lo que más me llama la atención es que esos pájaros convivan en paz con los hombres. Difieren de ellos solamente en su forma.

Puedo aludir a la belleza en la concepción de la obra “El Jardín de las Delicias”, al buen gusto de su autor y a su detenimiento en los detalles. Me llama la atención, como ya conté, la piel blanquita de las damas que en realidad puras no lo son demasiado, la disposición de los elementos en los espacios, el predominio en las formas de la figura geomética ovalada, de ver una especie de cáscaras rotas, cascarones además gigantescos que cubren la mitad de los cuerpos de algunos de los seres, yo diría que del otro mundo, a pesar de ser como nosotros, más o menos. Yo soy algo más morena, lo reconozco, soy mestiza, cruzada y atravesada.

Son figuras estilizadas, delgadas, bien formadas hasta. Son figuras que creó Dios. Las creó para el bien, pero parece que fueron algo malos, algo perdidos de la realidad que nuestro Señor quería que vivieran para alcanzar la paz del espíritu y la concordia.

Si me gusta o no, está claro que es mi problema, yo lo pintaría distinto, claro que sí. Estarían los animales en primer plano y algún pino o roble dando sombra a todo el montaje. Las que yo llamo fuentes o esculturas del jardín, tendrían más colores y menos formas extrañas y desesperantes, puede que pusiera formas de sirenas y elegantes caballos blancos galopando, que son los que me gustan a mí.

Precioso a pesar de todo, tampoco puedo decir otra cosa.

Precioso en su estructura y finalización artística.

Rotundamente especial. Y la especie de transparencia en los cuerpos resulta también exquisita porque gustó al autor y supo comunicarlo, aunque extraño otros tonos.

Te parece gratamente que todo lo encuentras en el aire o desde el aire en este tríptico maravilloso o no, en función de las apreciaciones de los espectadores y admiradores, su pasado, momentos y deliberaciones finales. Aunque lo cierto es que hay perspectiva. La hay.

En este sentido, hablo de perspectiva creada a medida, cabe preguntarse si te gusta o no, si es o no realista para tus sentidos de simple mortal de moral inmaculada o fracasada.

En mi caso particular, no es real, es un descansar profundo y un ver pedazos de elementos completos e inventados y sencillamente como contados, son historias variadas sobre un soporte. Una especie de relajaciones entremezcladas con pesadillas inquietantes.

¿Y yo?...

...Quiero volar, inventarme alas de cristal que batan contra esas figuras suyas y las rompan, que nunca queden bien sus cimientos y al llegar a tierra sus pedazos, se recompongan por magia de la buena, blanca y pura.

Quiero volar, con alas de metal que golpean los árboles y los marcan, pero sin romperse, pero que al volar de nuevo yo, un rayo los alcanza y los destruye porque Dios es así. Mientras, espero llegar a tierra para reconstruirme de nuevo después del golpe, y volveré a volar con alas de tela que el viento conduce y mece en sus hechiceras olas mientras las rompe como cuando nado en el mar como una sirena rezando para que no me muerda la faneca... y que al llegar a la arena vuelva a ser pájaro, increíble y hermoso animal que tiene la gran fortuna de elevarse sobre lo terrenal, descansar sobre las ramas de los árboles y volar una y otra vez observando todas las escenas.

Noto en falta en ese inmenso campo ajardinado, elementos de nuestro presente, unas televisiones en color, un equipo de sonido y un par de motos rockeras. Todo para modernizar un poco el rutinario y fabuloso paisaje al aire libre, todo para incluir en el, figuras de los interiores de las casas de nuestro siglo y para hacerlo extravagante a los sentidos, divertido y regado de contemporaneidad, atrevido y experimental para los ojos atentos de los vivos, que aman el cuento, los chistes, los desnudos, los animales creados por Dios y el aire muy fresco que te da en la cara, sin temor.

En las televisiones, pondría una presentadora muy guapa, vestida de rojo  y con escote, largos pendientes y cabellera negra y rizada, Tendría como tarea, divertirnos y relatarnos las historias del cuadro. Creería, que nos lee las noticias del los viernes, todas sobre ese territorio perdido del mundo, lleno de mentiras muy reales para ellos, todo cubierto de esa gran falsedad que lo rodea, porque ni andamos desnudos ni las esculturas guardan en su seno esas formas dibujadas por El Bosco en aquellos momentos, si bien hoy sí que podemos encontrar similitudes en la fabricación de esculturas modernas y que son cotizadas al alza.

El sonido del reproductor de audio sería un bolero armonioso, mezclado con trozos de duro rap, que iban hacer bailar hasta a las jirafas.

Ya estoy viendo al caballo y al elefante coger el buen ritmo. Y mientras, me paso a recordar las acciones de los orientales, que se comen los perros y gatos. Por ello, ruego a Dios, para esos hombres, un duro y ejemplarizante castigo. No me gustan sus acciones. A la basura con ellos, no van a ir al cielo. Su vida debe apagarse lentamente, cruelmente. El Bosco debería pintarlos penando y sin posibilidad de salvación, porque comer un perro o un gato, es de lo peor que puede hacerse. Los perros y gatos, caballos y pájaros son seres sagrados, creados por Dios, tienen derecho a la vida igual que nosotros. O más.

Y las motos las pondría en fila colocadas, iban a servir para salir corriendo, si hace falta, de ese mundo imaginario y casi comunista, con escapes hacia el capitalismo, en el que nos ha adentrado magistralmente su autor.

Observar ese espacio amplio con sus delicias, es como degustar un pastelito fresco de fresa y nata, e irlo comiendo despacio, dejando deshacer sus ingredientes dulces en mi boca.

Es un cuadro con predominio de colores pastel, domina el azul (divinidad) y el verde (lo terrenal). Las figuras humanas se encuentran principalmente desnudas y no del todo erguidos pues pareciera que llevaran una pesada carga a sus espaldas o en su alma entrristecida de pecadores que se sienten similares a fantasmas que deben realizar una obra para obtener los perdones y alcanzar La Gloria. Son almas en pena y que pena nos dan.

Hay formas que son redondeadas y ovaladas, personas dentro de figuras geométricas rotas y caminando a pesar de todo, es como si esas formas formaran parte de ellos. Fueran carne de su carne y huesos de sus adentros. Mientras, ellos siguen en la postura de monos, en completo movimiento por el interior de la magistral obra.

Nada es para ignorar en este cuadro, para mí, campestre o de zoológico, pues hay animales hermosos de las selvas, encontramos una jirafa y un elefante, si bien es un espacio natural, me pregunto, ¿qué pueden hacer esos animales de figurantes, pues son demasiado grandes y se hayan en libertad, pudiendo encontrarse con la gente a su paso?. Pudiendo darles un susto o un abrazo terapéutico y profundo. Verdadero y bueno. De los que dejan huella sobre la Tierra. De los que hacen que amemos a los animales como se merecen.

Me sorprende ver a Adán y Eva, en el principio de La Creación, en un lugar que no es del todo un tesoro. Pues observo en el suelo frente a ellos figuras deformes y extrañas. Y en continuidad a la representacion de la pareja, rostros asustados, miedos, personas que pareciera que quieren correr a esconderse del caos y de la muerte, pero después de pecar y pasárselo muy bien.

En su mayoría, las figuras son de piel clara y del mismo tono, las mujeres tienen el pelo largo, rubio y rizado y no se sorprenden entre ellas por su desnudez. No hay demasiadas posturas obsenas tampoco. Pero hay besos. Amorosos ellos. Dignos de una foto en blanco y negro.

Si paseara por el jardín, creo que me iba a quedar entre los animalitos, porque es de lo más noble que observo frente a mí. Ellos sí que se salvarán.

Seamos claros, realmente y considerando todo, yo no merezco estar sufriendo en ese sitio al que fui invitada, prefiero estar en cualquier lugar parisino con pavos reales hermosos y cuidados al extremo, en verdaderos espacios terrenales, que son esos jardines franceses.

La luz es clara, el cielo es tenue y agrada, hay esperanza para la gente con fe. Dios nos ha creado para la vida eterna y va haber oportunidades de tenerla y cuanto antes y cuanto menos mal hagamos, mejor.

A mi parecer, hay unas especies de fuentes muy especiales en ese espacio delicioso, a pesar de todo, fuentes deformes que parecieran pulpos con brazos que quieren cogerte, sin duda es una de las innovaciones del autor, algo producto de una noche de borrachera o una fragancia infantil, algo que llevaba dentro y que por fin pudo representar a sus anchas y para todos nosotros.

Considero bueno el saberlo, para redactar en este momento.

A grandes rasgos, y desde la distancia, diría que ese tríptico representa una danza lenta, con intercambios de parejas en el baile, con encuentros con los animales del entorno, con exquisita blancura en la piel y con escasa fe, aunque el cielo sea azul y prometa el descanso.

Nada resulta indiferente a los ojos de un mortal en ese cuadro, me pregunto ¿por qué Adán y Eva habrán pecado?, de no haberlo hecho, de seguro que las figuras tendrían alas de ángeles, de las fuentes emanaría agua fresca, cristalina y purificadora. Agua redentora.

Creo que representa aquí el pecado, y cabe hablar de otra obra suya que también es sobre el pecado. Se trata de: “Los Siete Pecados Capitales” (1480, Museo del Prado, Madrid). Uno de los primeros trabajos de El Bosco que perteneció a Felipe II que lo tenía en su habitación del Monasterio de El Escorial. Se trata de una tabla rectangular con 5 tondos, el central más grande tiene en el centro la imagen de Cristo Resucitado, a su alrededor se representan los 7 pecados capitales en forma de orla. El conjunto nos está diciendo que Dios todo lo ve: la ira en la que un hombre agrede a una mujer a los pies de la imagen de Cristo; a su derecha la vanidad en forma de una mujer que se mira al espejo; a su derecha la lujuria representada por dos amantes que escuchan música en una tienda entretenidos por un bufón; le sigue la pereza en la que una mujer preparada para ir a la Iglesia trata de despertar a un hombre que duerme profundamente; la gula representada por un hombre que come ávidamente; la avaricia muestra a un juez que se deja sobornar. Los tondos laterales muestran a la derecha el Juicio Final y el Cielo y a la izquierda la hora de la muerte y el infierno.

En El Jardín de las Delicias no es grato observar el miedo aterrorizador de algunos rostros ni los malos espíritus que viven deseando entrar en los cuerpos desesperados y atormentados. Yo obrservo rostros que ocultan más que muestran, que mienten y escapan de nuestro análisis.

Dios los ha dejado solos y no saben que direcciones tomar, se reúnen en grupos y estudian las situaciones, quieren que las cosas recuperen sus formas, pero no pueden conseguirlo, se ha avanzado demasiado en el camino del mal y de las perdiciones y el castigo es vivir y ver unos rincones de pánico, algo olvidado por Dios y muy recordado por el diablo.

Bendiciones pido para ellos, para que se pierdan del todo esos delicados deseos, hijos de los vicios y de la desobediencia, de la melancolía, la sombra, de las torturas y la perdida de sentido.

No sé si saldrán de lo verde algún día ni si sus edades se paralizaron sobre los veinte veranos, que parecieran tener la mayoría, pero a pesar de todo sé que están algo tranquilos por ese cielo azul que les vigila, y que por el momento, no se ha vuelto gris ni se ha cubierto de nubes negras.

Por otro lado, veo el agua como un elemento que nos une, nos abraza y ama.

El agua es fuente de vida y unirse es bueno. Todos recurrimos al agua como instrumento salvador, por eso convivimos en una misma idea. En un mismo medio y amando unos las bondades del otro. Todos merecemos vivir porque existe el agua y nos rescata, porque vive para darnos vida. Porque nos hemos ganado vivir y conjuntamente ser felices.

Nuestra meta es ver la luz y por ello el agua nos ayuda a tener salud y estar dados de la mano para no caminar en soledad, estaremos bien sobre nuestro planeta Tierra a la par que contamos con esa maravillosa amiga. Todo mientras nuestro camino no sea otro.

Creo que van a sobrevivir, van a encontrar un camino en sus vidas, van a dejar sus deformidades, los que las tengan y van a poder cantar que son libres, alegres y dichosos. Que aman la fauna y los designios de Dios, que se aman entre ellos, que van a triunfar dando a conocer su lugar a todo el mundo, para que toditos los alaben en detalle y deseemos o no, formemos parte de el para que sepamos lo que es.

Yo, particularmente, me abstengo. Pero muy peculiarmente te invito a recorrer los rincones que nos muestra El Bosco y me cuentes tu experiencia, las direcciones que toma tu aliento, la ropa que deseas ponerte el miércoles siguiente, si te hacen sus figuras cantar o bailar, meditar o fracasar, estudiar o llorar, marcharte o desnudarte, enamorarte o desvincularte, desmayarte o si te mueve a pintar.

Sin duda esta obra tiene mucho que ver en la representación de los perfiles con:

“El Mago” (Musée Municipal, Saint-Germain-en-Laye), no es el original, que se perdió, sino una copia fiel de éste. Un mago embauca a un grupo de personas mientras su cómplice roba a un anciano sin que éste se de cuenta. Solo un joven entre el público parece notarlo. Al igual que en El Jardín de las Delicias El Bosco utiliza los perfiles para mostrar el carácter de las personas, en este caso la afilada nariz del mago nos indica su carácter inmoral.

No obstante las figuras del Jardín, no tienen narices tan desproporcionadas.

El círculo también juega un papel importante, hay figuras dispuestas en círculos.

Según El Blog Alternativo de Internet Online:

“Dios es un Círculo que tiene su centro en todas partes, y cuya circunferencia no está en ninguna”. Hermes Trismegisto.

Un Círculo se cierra sobre sí mismo, y por ello representa la unidad, lo absoluto, la perfección. Es símbolo del cielo en relación a la tierra, de lo espiritual en relación a lo material. Por ello se le relaciona con la “protección” y, así, tenemos los círculos mágicos, los anillos de poder, las coronas reales o los cinturones que nos hacen invisibles.

Este significado me hace pensar en la esperanza en el cambio y la evasión de un final infernal para los hombres del Jardín de las Delicias, pues Dios está entre ellos para llamarlos hacia el bien.

Según este mismo Blog, he aquí unos significados del círculo que convierten esta obra en promesa de cambio:

Su imagen proviene del disco solar. El Sol, Creador de la Luz y Señor del Fuego de la Vida, es el elemento crucial para la existencia de vida en la tierra.

Por ello, por encima de todo el cosmos simbólico, se erige el Símbolo del Círculo -la Rueda de la Vida para el Budismo- que hace girar a la naturaleza entera, con sus ciclos, sus ritmos y su movimiento eterno. Es, por tanto, la totalidad, la integridad y la realización.

De esta manera, para simbolizar un círculo que protege a algo o a alguien, dibujamos este mismo círculo con un punto en su centro, el cual representa la individualidad, el ser, el alma. La redondez es sagrada por ser la forma más natural. Es la forma que contiene a las demás formas.

Actualmente la física reconoce este hecho, y ha sido capaz de dar explicación de porqué los planetas o los soles son esféricos y no son cúbicos —cuadrados—. Lo mismo sucede con nuestras células, nuestros átomos o nuestros electrones.

El Círculo representa el poder masculino en su lectura subjetiva, la chispa de la vida, pero en su lectura más objetiva representa el poder de lo femenino, receptivo, la matriz de la Creación. Por ello es la divinidad manifestada, cuya creación se regula y se ordena, el Alfa y el Omega del Cristianismo.
Coincide asimismo con la naturaleza hombre-mujer del ser humano, en la que arquetípicamente el hombre ha representado la protección —padre—, el portador de la corona —rey—, la chispa de la vida —simiente—, y la mujer representa el acogimiento y el hogar —madre—, la receptividad, matriz o base —útero y óvulo—, y en la que mejor se representa el círculo por sus redondeces físicas, siendo en sí misma un reflejo de La Tierra-que nos acoge a nosotros como una Gran Madre.

Y yo, no puedo despedirme sin antes hacerme esta pregunta: ¿Encontramos amor en la obra del Bosco?...

A continuación y para intentar dar respuesta, voy a hablar de diferentes conceptos y descripciones que escuché sobre este autor holandés, inolvidable él. Hablaré como si fuesen todos míos, porque los comparto, y las fuentes están en la vida misma y en saber escuchar a los que hablan de arte.

Puede que el Bosco llevara una vida bohemia o estuviera desvinculado de la verdadera religión y en relación con una secta, pero de lo que casi no me cabe duda es que no sabía lo que era el amor y le costaba la fidelidad, la relación con una sola pareja, la entrega católica y el amor sagrado.

Él deseaba la carne y los huesos de las mujeres, las melenas rubias y la blancura de sus cuerpos provocadores, sus rizos peligrosos, ojos y abrazos, besos y entregas incondicionales y sin ningún contrato firmado.

Era amante de los errores humanos, del dejarse llevar, de la fusión sin fusionarse, del pecado de la carne.

Era libre o libertino, tal vez algo cretino, equivocado y osado, presuntuoso y orgulloso, y no obstante, sabiéndose hijo del Padre. Por ello le admiro.

Amor y temor veo reflejado en su Jardín de las Delicias. Amor por todas partes, seres como Dios los ha traído al mundo, un mundo que todo lo ofrece gratis al pecador. Un mundo globalizado y sin fronteras al exterior ni a nuestro hoy. Un mundo amable y cruel a la vez, de amor y temor. Pero la crueldad de Dios es porque quiere que seamos puros, inocentes, celestiales y amigos suyos, que no le amargemos la vida. Que no destruyamos su mundo.

Es una obra llena de matices importantes, el rojo resalta en las fresas grandes y ricas. Que les invitan a pecar y probar su sabor.

Es una obra para observar mucho tiempo, pero que llega a desesperarte.

Un trabajo complejo, pensado, coordinado, con detalles.

El Bosco sabía pintar, sabía de enganche al contemplador, era hilo conductor al Más Allá.

No era un hombre sencillo trabajando, ni un vago. Cogía lienzos de grandes dimensiones para rellenarlos de elementos.

Era progresista y visionario, precursor de otros pintores, maestro y algo autodidacta.

Se dejaba llevar por las ideas, por sus adentros, malestares, dudas, complejos y desaciertos.

Era distinto y sin embargo, del montón. Con los mismos deseos y pesares que otros hombres del entorno, del pasado, presente y futuro.

Amaba la línea curva y las composiciones circulares, que parecían bailes de tribus africanas alrededor de la víctima que iba a ser sacrificada.

Luchó por decir que hay otro mundo que nos perdemos una y otra vez por los vicios de la carne, ser usureros, difamadores, corruptos, alocados y ateos. Sin embargo el hombre selecciona lo que desea, y a él le tienta llevándose muchos aciertos, el diablo.

Nos lo perdemos todo, pero podremos vivir una y otra vez, la reencarnación, la carne, proseguir, seguir existiendo, como animal, blanco o hombre negro. Vivir sin embargo y a pesar de los fallos, los lamentos, los errores y castigos. El hombre puede mirar al otro lado de los ángeles celestiales y decidir sus trayectos y alimentos en cada momento y ante cualquier circunstancia.

El Bosco gusta de representar ese amor así, carnal, desnudo, consentido y perdiendo el sentido. Errando con ganas, sin pensar en las consecuencias, el jardín es delicioso y hay que pasárselo muy bien.

Era feo el Bosco, espero que fuera mejor por dentro, porque en sus retratos reconozco su feura aunque el talento no le ha abandonado. Quizás era feo por pecador, que yo creo que lo era. Si me equivoco, le pido perdón.

Sabe mover los pinceles, sabe disponer los elementos en el espacio, sabe contar sus historias, de que sabe, sabe.

Sabe dirigirse a mí en los valores del cuadro, en su pensamiento lento y sobresaltado.

Sabe hablarme y sé escucharle, pero el verdadero secreto de sus trazos se los llevó a la tumba, porque las interpretaciones pueden ser muchas, todas sentidas y perturbadoras para quien ame la paz y la vida en calma. Bosco sabe de arte y lo demuestra y yo atenta me dezplazo casi muda sobre sus cuentos.  Porque tiene mucho cuento.

Quiero ser invisible y colarme en los pensamientos de esas decenas de mujeres sin ropa, gozando, pero puede que infelices. Todas infieles.

Bosco, ese es tu bosque, menuda pieza que fuiste que viviste temiendo lo peor, la perdida real de la religión, la huida de las enseñanzas del Señor.

Menuda pieza que fuiste, menudo hombre de paja, me pregunto si alguna vez quisiste o te paseaste por ese jardín sin escuchar los pedidos de tu corazón.

Amor a los paisajes del Bosco. por todas partes nos nace, amor circunstancial, no exento de los descuidos del cristal.

Amor y mi obra a los animales dedico en beneficios, por ello me gusta ver representado el mundo animal, porque de alguna forma él también les ayuda.

Amor que no es pasajero, es extranjero y se queja, amar si es amor sí que puedo y ya lo vivo y respiro, lo transpiro y medito, mientras otros me releen sin enterarse de nada, por compromiso de plata y mecanismos de lodo que no les embellecerá.

Amor, que no es claro ni decidido ni lo bendigo ni conservo y que estiro y estiro porque veo ese jardín inconcluso, y me deprimo, porque es evidente que los que obran mal deben caer muy abajo y dejarme en paz, con estas letras que no les desean ni les consuelan, y así vivo, pensando al derecho y al revés sobre el sentido de sus pinceladas, meditando en que las amo y las odio, pero nunca les perdonaré estos minutos de observaciones en dónde me repetí una y otra vez, cometiendo los mismos aciertos o errores de loca de remate.

Amor que viaja lejos, que naufraga y se hunde, que se desplaza como una lagartija y trepa sobre rocas de gelatina.

Amor, yo siento amor entre ellos, tal vez esté equivocada, pero respiro correspondencia en sus deseos y cuerpos, fragancias y osadías, entregas  y melancolías. Pero amor carnal.

Y el rostro del Bosco en la tercera parte del tríptico, me dice claramente que fue como ellos y se condena en primera persona. Así le vemos, sentimos y recordaremos. Así fue ese personaje de la historia del arte, de nombre y pincel inolvidable, de lucha sin cuartel por representarse entre tantos otros como ha estado: amando, sintiendo, peregrinando, pecando y deseando pecar. Escapando en cada trazo hacia el vicio.

Amar, el amor se pierde pues no deseo condenarme como él, porque tengo resortes para salir y buenos amortiguadores y pastillas de frenos.

Me conduzco bastante bien frente a mi volante y puedo volar a todas partes en mi coche Renault Dacia Logan.

Y si miento o no aquí en mis historias, mi problema es y no de más nadie, mis cuentas las rindo yo, y si paso doce meses sin dormir, juro que resistiré.

Lo haré buenos ángeles, con su ayuda porque yo cuidé de vuestra vida también, como muchos otros. Lo haré por ello, por vuestro buen genio y aciertos y porque llegasteis a cielo. Al menos, lo intentaré.

Amar, que palabra tan corta y tan poco explotada, que palabra que se deja perder y caer y con la que se tropieza mil veces sin reconocerla.

Amar, a nadie le interesa amar. Nadie desea querer. Amar molesta y ocupa mucho tiempo, llegas a desear la muerte del ser amado si no esta a tu altura y te roba el sentido.

Amar, no ames. Disfruta como hizo él, sabiendo que al final serás de papel. Disfruta y come esas enormes fresas, símbolo del pecado carnal, pero ya sabes lo que te espera entonces. No podrás elevarte a las alturas, repetirás curso y llorarás sangre.

Amar, amor entre fresas y animales hermosos, agua de lago y cielo de margarita rosada.

Amor, claro que se puede sentir deseo y decir que es todo amor, y ellos no huyen de el, se abrazan entre ellos y disfrutan, y lo que les suceda después en esos precisos momentos de su presente, les da igual.

Amor, yo quiero amar y que me amen, amor de dos, no quiero más.

Lucha, la vida es lucha y no tenerlo todo, es tener medidas en todo. es vivir para ayudar a otros, pero para ello, debemos tirar hacia lo bueno y respetable, amándonos franceses, venezolanos, estadounidenses, egipcios, italianos, mejicanos, alemanes, irlandeses, bolivianos, japoneses, chinos, tailandeses, mozambiqueños, senegaleses y peruanos. Entre otros. Y cosechar entre todos y por respeto al Bosco y a la vida, el amor al mundo animal, su protección, cuidado y conservación. Todas las nacionalidades del mundo, aunque aquí sólo nombre unas pocas. Todas, es todas. De arriba abajo y de izquierda a derecha.

Todas, sin excepciones. Amor.

Amor que mueve sus alas y a mí me dejó contemplando los vicios en los cuadros del Bosco, sola, en la penumbra, pero no entristecida ni en precario. En realidad, con una sonrisa en mis labios. No tirando la toalla sino tirando de ella, a ser posible para pasar un día de playa maravilloso, lleno de energía solar, arena y ricos helados de chocolate y nata.

Amar, no quiero porque me odian, desprestigian y secuestran mi historia, no porque puede dolerme y puedo yo sentir también necesidad de venganza. Porque a fin de cuentas, amar, no es más que una palabra. Un verbo inexacto, con poco sentido y puede que trágico. En ocasiones mágico y siempre lleno de sorpresas que no esperas.

Amar, el amor, amándose, amo, amas...

Nada es si no lo mantienes en el tiempo o das la espalda al ser amado en sus peores momentos.
El Bosco disfrutaba desnudando cuerpos y si los vestía era con vestimentas amplias y llenas de pliegues, muchas veces ponía muchas personas en escena, porque serán muchos los condenados que amen vivir teniéndolo todo, todo lo malo, quiero decir. ¿Disfrutarán con ello?, cabe preguntarse, yo ni lo sé bien ni me importa. Supongo que sí, que gozan y lo pasan muy bien obviando su verdadero cometido como ciudadanos del mundo.

Yo no tengo nada que hacerle, ni nada quiero hacerle, uno es como es hasta que llega la vida nueva en que decides que quieres dejar de ser todo lo que mal te conduce y elevarte a las alturas, descansar en paz, sentirte joven siempre, con fuerzas y energía positiva, entre nubes de algodón que te acarician y sintiendo la presencia de la paz a tu alrededor. Hay que vivirlo para saber de qué se trata.

Reconoczco que no soy católica practicante, pero soy creyente, no me pesa no escuchar misa, pero me encanta visitar iglesias, me duele el robo, la muerte y los sinsabores de la vida, la osadía de algunas personas prepotentes, que angustiadas viven deseando el mal ajeno.

No creo en los curas, creo en Dios, creo en sus designios para con los hombres, pienso y quiero creer que el que la hace la paga, porque Dios es ante todo eso, justicia. De la divina, real, que se hace esperar y desespera a los justos, pero que llega. Por eso en Los Siete Pecados Capitales, representa a Jesús en tamaño grande a la derecha, entre ángeles y hay gente en la tierra como pidiéndole clemencia, porque seguramente les llegó su hora, su mala hora por vivir contra ellos, que son los jefes que desean que vivamos unos para los otros, en concordia y armonía, ayudándonos y sabiendo unos de las necesidades que tienen otros.

La ayuda debe hacerse extensiva al necesitado y hambriento, al sediento y triste. Al que padece injusticias y se cansa de pedirla, sin ser escuchado.

La ayuda debe ser al que sufre por los malos tratos, no al que vive maltratando y haciendo daño.

Solamente podremos ayudar si sentimos a Dios en nuestro corazón e intentamos seguir sus indicaciones, entre ellas, que no debemos cometer los siete pecados capitales: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia.

El último es uno de los pecados capitales más serios. Daría lugar a todos los demás, según las enseñanzas morales de la Iglesia. 

Caracterizado por la tonta convicción de ser más importante y mejor que todos los demás seres del planeta, adoptando una confianza extrema en uno mismo. Estas personas resultan desagradables, mejor no estar a su lado. Apartarse de ellas es una buena receta de salud.

La envidia es el sexto pecado capital y hace que las personas vivan con el deseo de conseguir para sí, cosas que tienen terceras personas. Conduce muchas veces a la avaricia y al deseo del mal al vecino en el trabajo, calle, familia y en cualquier lugar y circunstancia.

La lujuria es el pecado capital que se produce por tener pensamientos sexuales excesivos, de día y de noche. Muchas ganas de tener sexo, el convivir con ellos es insoportable.

Está considerada como una adicción al sexo, el deseo de tener intercambios de parejas. Para nuestra Iglesia Católica, ser lujurioso es confundir el acto sexual dándole un valor que no fue el que quiso Dios que fuera.

Es utilizado y vivido para otros fines que no son los meramente reproductivos.

La gula la identificamos con el consumo excesivo de comidas ricas, calóricas o no y diversas bebidas. Se identifica además, con los excesos de cualquier naturaleza que se realicen de manera irracional y sin necesitarse, como por ejemplo puede ser el abuso de algunas sustancias tóxicas, la droga o el alcoholismo.

La avaricia es otro pecado capital de peso que hace referencia al exceso, pero en este caso se refiere únicamente a la adquisición de riquezas y cosas materiales, como el dinero con el que se busca a la desesperada el cumplirse todos los caprichos.

Cuando una persona es extremadamente avariciosa, ansía adquirir riquezas de toda índole en su propio beneficio y, por supuesto, no entra en sus planes el compartirlas con absolutamente nadie.
Así que no esperes nada de una persona avariciosa porque te sacará hasta los ojos si puede.

Creo que he conocido a bastantes en mi entorno cercano.

La pereza es el pecado que crea tristeza profunda y absoluta dejadez. Una actitud negativa frente a las obligaciones del día a día que a todos nos toca ejercer, especialmente todas las que tienen que ver con sus obligaciones espirituales, tales como los ejercicios de piedad para con el resto de seres humanos y la práctica de la religión. Representa la incapacidad que sienten los seres creados por Dios, de aceptar y hacerse cargo de su propia existencia de manera digna sobre la faz terrenal.

La ira es mezcla de enfado irracional y ganas de pelearse a golpes, de enfrentarse a otros seres vivos y destrozar las cosas. Es la negación de la verdad y cosechar deseos de venganza. También es la intolerancia en grado sumo, ya sea por motivos del color de la piel o sus creencias.

Todos estos deseos locos volvieron loco de remate al Bosco, que los representó sin cansarse y a sus anchas.

Es su herencia, compartásmola.

Es su divina enseñanza y su autoretrato.

Me hace pensar que era un hombre vicioso, pero no puedo asegurarlo. No le conocí.

Me hace reflexionar sobre el ser humano.

Me hace preguntarme, ¿qué vicios tendría ese ser feo, pero genial pintor?.

Puede que todos, puede que tres o cuatro, puede que dos, pero fijo que alguno sí que sí.

Bosco, en tu bosque te dejo, pintando amables mujeres, hombres dispuestos, frutas para comer y otros manjares, animales preciosos corriendo sin saber a dónde dirigirse.

Bosco, en soledad te dejo porque tengo hambre también y la empanada me espera, con su queso y su cebolla.

Bosco te dijo “hasta luego”, porque voy a seguir disfrutando de tus creaciones marginales pero no marginadas por la historia ni por mí.

Bosco, eres brillante y brillaste, exististe y lo demostraste, sentiste y por eso pintaste como pintaste.

Eres humano, eres de lata, eres un hombre que ha dado la cara y no se ocultó tras las sillas ni los muebles ni las casas. Por eso hoy hablo de ti, por boca de otros que ni lo saben ni me culparán, muchos muertos ya, y por boca mía también.

En resumen, un mundo de sensaciones se despieran en mi alma luego de observar la complejísima obra del Bosco, que califico como “plena de delicias”.

Podría hasta decir que luego de admirarlo, yo, hablo con Dios pero él hace lo que quiere y le pido, ruego y suplico que no sea cruel conmigo tampoco, que me deje ser independiente, que saque necesidades a los animales todos y les haga tener sus derechos, buenas tardes, alegrías, mimitos.

Hablo y le susurro que le respeto, que estoy aquí para lo que decida de mí, que no tenga malas intenciones conmigo y que sea mi escuela de ciudad.

Pobreza, sé lo que es por Caracas y el Sur, gente sin trabajo que necesitan ayuda, yo también me siento pobre y con condición de extraña, con trabajos y en medio del caos, en la absoluta oscuridad, en busca de un pedazo de tarta, techo, verdaderas amistades, gente a la que querer por primera, segunda y tercera vez, no sé si aparecerán. Pido ayuda, respaldo y sobrevivir.

Necesito vacaciones, horas que no me llegan y aguantándolo todo, necesito días libres y tiempo para pensar, no más trabajos, trabajo, no ser infeliz ni volver a nacer de nuevo para probar el mismo almuerzo y ver de nuevo los infiernos indescifrables del Bosco.

Olvidar el pasado, volar al infinito sola y olvidarme del mundo, de los que conocí en el y saberme inocente a toda rienda y de este análisis.

Viéndome, sola frente a ese cuadro que cuesta más un euro o por el que no daba ni uno, para luego comer queso en lonchas, patatas fritas y chocolate con leche, con una vida llena de fe muerta en la iglesia católica y sabiéndome sin alas de mariposa feliz y pudiendo mismo participar de ese cuadro en un especial puesto. Puedo decir que me ha tocado ver siluetas de pájaros y sigo con la cara morena y presagiando un mal beso en esa escena, el beso final y traicionero del que Jesús me salvará a tiempo aunque sea sin permiso del mismo Padre.

Y ahora, la escritora peregrina se va, ya cansada, y es como representar el sfumato en un cuadro de Leonardo Da Vinci, la difuminación de formas y de colores que también se aprecia en el cuadro de La Gioconda.

Llega la dama, en su caballo marrón chocolate y con su vestido largo blanco y verde claro, llega para quedarse y para no dar más dolores de cabeza a todos vosotros como ocurría con el escritor que os ha redactado: con sus invenciones, narraciones, monólogos, tonterías o descripciones infantiles. Con todo lo que se divirtió haciéndolo. O eso piensa.

Ella, la dama, no sabe hacerlo ni le interesa, simplemente por esa razón morirá el escritor para siempre. Y me olvidaré de esta delicia de obra de la que he hablado.

El escritor se va a dormir, pero deja sus palabras y se despide del Bosco, no sin antes pedir perdones por los atrevimientos y las equivocaciones. Las repeticiones y falsas interpretaciones.

La Tierra prometida nos espera, pues.

Fin de mi análisis.


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