B A H I A M.
H. A W A H
CUENTOS DE LA NARRATIVA
SAHARAUI
LOS CUENTOS Y LOS PERSONAJES
Los cuentos en la sociedad saharaui se transmiten en la
familia, fundamentalmente de abuelos a nietos. Uno de los
momentos preferidos para contar estas historias es por la
noche antes de dormir, como una manera de que el niño
pueda dormir dulcemente. Al día siguiente comentan
con sus amigos los cuentos que se han aprendido por la noche.
En la época de la sociedad beduina saharaui los
niños se dedicaban por la mañana al pastoreo.
Se reunían en un grupo de amigos, mientras los animales
comían, en torno al que sabía más historias
y se las contaba a los demás. Esto se ha transmitido
a través de los años y ha sido uno de los
pilares de la narrativa saharaui hasta nuestros días.
Actualmente en la vida de los saharauis los cuentos pertenecen
al ámbito de las guarderías como método
para que el niño aprenda el idioma. Al mismo tiempo
en las jaimas saharauis se sigue transmitiendo estos cuentos
desde la familia.
En la narrativa saharaui es característico que los
animales hablen y tengan cualidades humanas. Cabe señalar
los siguientes personajes:
El Ganfud (el erizo), es el más listo de los animales
Lehbara (la gallina del desierto o ñandú,
un animal similar a la avestruz, aunque más pequeño
y que vuela). Es un animal pacífico, mediador en
los conflictos.
Edib (el chacal), es engañoso, ladrón, astuto,
muy amigo de El Ganfud.
Enerab (la liebre del desierto), débil y manejada
por los grandes.
Edbaa (el lobo), pertenece a la banda que se inclina siempre
a favor de Sbaa, el león.
Sbaa (el león), es el rey de los pequeños
y grandes animales. Despótico, ejerce su poder empleando
la fuerza.
El personaje más conocido en la narrativa oral saharaui
es Shertat. Se trata de un animal muy parecido a un oso
y al igual que los demás animales, habla y se relaciona
con los humanos.
Shertat cae siempre en los más catastróficos
errores a causa de su torpeza, malos modos y glotonería.
Se trata de defectos que en la sociedad saharaui son mal
vistos, aunque vistos en los cuentos causan mucha gracia.
Es un personaje al que se pone como ejemplo de lo que no
se debe hacer.
Los cuentos de Shertat están tan dentro de la sociedad
saharaui que incluso frases de los mismos se utilizan para
hacer crítica a un determinado comportamiento no
aceptado por la opinión. También ha creado
expresiones de uso común. Como ejemplo, la frase
"Yama ainik ain enaya", que significa "Mamá
tus ojos parecen a los ojos de una oveja", que hoy
en día se utiliza para decir a alguien "Estás
para comerte".
Los cuentos de Shertat, los animales con cualidades humanas,
las historias épicas, las anécdotas del pasado,
la lírica, eran narradas a los militares españoles
frente a una fogata mientras se disfrutaba de un aromático
vaso de té saharaui y la preciada carne de gacela.
Estos son algunos cuentos de Shertat.
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SHERTAT
Y SU MAMÁ
Un buen día Shertat se encontraba en la jaima con
su madre. Ese día tenía aún más
hambre de lo habitual y le rondaba por la cabeza la imagen
de una oveja para comerla. Fijándose mucho en su
madre, empezó a verla con aspecto de oveja. Shertat
la miró fijamente a los ojos y le dijo, "mamá,
mamá, tus ojos parecen a los ojos de una oveja".
Y la madre respondió, sabiendo que Shertat estaba
hambriento, "mis ojos no parecen en nada a los de una
oveja pero si quieres comerme, cómeme".
Y Shertat, se la comió.
Alba rió con ganas pidiendo a su amigo que siguiera
con más historias del glotón. Mahmud removió
las brasas para hacer más luz, y después de
unos instantes de reflexión prosiguió con
más cuentos.
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SHERTAT
Y EL TROZO DE CARNE
Shertat iba caminando de noche por el desierto en busca
de algo de comer. Unos cazadores habían dejado un
solo trozo de carne tirado en el suelo junto a unas cuantas
piedras del mismo tamaño que la carne. Se paró
Shertat al llegarle el sabroso olor y exclamó, "Al
hamdu lillah". Contó todas las piedras y el
trozo de carne, pensando que todos eran chicha. Shertat
se relamió. "Con tanta carne está noche
estaré repleto". Sin pensarlo, se abalanzó
sobre la primera piedra y la tragó creyéndola
un trozo de la carne; la segunda, la tragó; la tercera,
la tragó; así hasta se quedó sólo
el pedazo de carne. Shertat lo miraba diciendo, "Al
hamdu lillah, me he llenado y todavía ha sobrado
un buen trozo de carne".
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SHERTAT
Y EL ABORTO DE LA CAMELLA
Shertat iba caminando como siempre en busca de comida.
De repente se encontró las huellas de un rebaño
de camellos que se dirigían en busca de agua. Es
habitual que en un rebaño grande siempre haya algún
slah (aborto) entre las camellas. Shertat no quería
esta vez un aborto como cena sino que estaba buscando un
joven y sabroso camello. Caminaba y caminaba tras las huellas
del apresurado ganado hasta que se encontró con un
aborto de camella. Se paró y dio varias vueltas alrededor
mirándole con delirio. Sin embargo, Shertat exclamó:
"¡Qué tonto soy!. Entre tantos tiernos
camellos, ¿voy a comerme un aborto?. No, seguiré
tras ellos".
Pasó toda la noche caminando en busca del ganado.
Amaneciendo, no podía más de hambre y el ganado
aún estaba muy lejos. Shertat se paró, y miró
hacia atrás, recordando el slah que se había
dejado y se lamentó: "Más vale cenar
un aborto que quedarse una noche sin cena en el desierto".
Shertat volvió sobre sus pasos y se comió
el slah.
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SHERTAT
Y SU SUEGRA
Una mañana Shertat se encontraba en la jaima con
su suegra, comentando las tareas que tenía que hacer
la familia. Aquel era un año de poca lluvia y mal
pasto, esos años se llaman shida (sequía).
Son años de muy poca comida, en la que el ganado
se muere por lo que apenas hay carne, leche o manteca. Al
alcance de Shertat estaba un plato ya vacío en el
que la suegra le había agasajado con una rica comida.
La suegra se levantó para irse de la jaima y despedirse
de Shertat y sin darse cuenta golpeó el plato vacío
que quedó boca abajo. Al acto Shertat se levantó
y asestó un fuerte golpe a la suegra, que cayó
al suelo. Shertat exclamó, "¿Sabes que
si hubiera estado mi comida en el plato la habrías
echado a perder?".
*En las familias saharauis la suegra es una persona que
goza de mucho respeto, sobre todo entre los yernos y las
nueras. Esto hace aún más horrible el comportamiento
de Shertat. Entre los saharauis no estaba bien visto que
el yerno comiera delante de la suegra, y mucho menos recriminar
su torpeza y golpearla.
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SHERTAT
Y EL ODRE
Una noche Shertat dormía en la jaima de su suegra,
con su mujer, sus niños y el resto de la familia,
después de haber disfrutado de una copiosa cena típica
beduina. La manteca de oveja, el bulgman de cebada y la
leche recién ordeñada de las camellas habían
dejado a toda la familia satisfecha. La suegra solía
guardar comida en el interior de la jaima. La colocaba,
al estilo beduino, en lo alto de los palos que sostenían
la jaima, donde no podían llegar los niños.
Durante la cena, Shertat miraba de vez en cuando hacia arriba,
donde estaba colgado un odre lleno de leche y manteca pero,
por respeto a la suegra, no quería pedir que lo bajaran.
Cuando se fueron a dormir, Shertat boca arriba miraba fijamente
el odre, pensando en la forma de comer la manteca y beber
la leche sin que nadie se enterara. De repente, ya no pudo
aguantar más la tentación y decidió
subir a través de los palos hasta lo alto de la jaima.
Agarró el odre para abrirlo, y cuando empezaba a
disfrutar del festín la cuerda que lo sostenía
se desató, y Shertat gritó mientras se abalanzaba
hacia la familia, "¡Yeitcum, yeitcum ana ue shicua!",
"Vengo, vengo, vengo yo y el odre".
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SHERTAT
Y LA MANTA
En la sociedad beduina saharaui era muy apreciada una manta
de piel de cordero lechal, llamada elfaru en hassania, la
lengua de los saharauis.
Una noche Shertat dormía con su familia, arropados
todos con un faru, tan grande que cubría a todos
los habitantes de la jaima. Habían cenado copiosamente
y, después de dar gracias a Aláh por haberles
proporcionado tan ricos platos, se fueron a dormir. Shertat
se despertó en medio de la noche con mucha hambre.
No sabiendo que comer, empezó a mordisquear el trozo
de elfaru que le tapaba. Lo encontró muy rico y siguió
comiéndolo hasta llegar a la parte que cubría
a la suegra. Ahí se paró por temor a despertarla
y quedar en vergüenza por lo que había hecho.
Pero Shertat no estaba aún satisfecho y recordó
que por la mañana había dejado en el campo
un camello muerto. Decidió ir a buscarlo, mientras
los pastores dormían.
Por la mañana, la familia despertó y se encontró
que de elfaru sólo quedaba la parte que cubría
a la suegra. Sorprendidos, empezaron a buscar a Shertat
siguiendo sus huellas. Finalmente lo encontraron dormido
profundamente rodeado de los restos del camello que había
devorado. La familia despertó a Shertat. "¿Qué
haces aquí?". Y Shertat respondió, "¡Qué
vergüenza, que mal duermo!. Estuve toda la noche dando
vueltas y amanecí aquí".
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SHERTAT
Y LOS LECHALES
En el pastoreo de la vida beduina, los lechales (eljirfan)
no solían salir a pastar con el ganado grande. Los
corderos se quedaban al lado de las jaimas de sus dueños,
mientras los niños los vigilaban y ellos aprendían
a pastar con las tiernas hierbecitas que rodeaban las jaimas.
A veces los lechales se salían de los límites
de sus dueños y molestaban a las jaimas vecinas.
Entonces los niños avisaban a la madre de la familia
para que los sacaran de allí y los llevaran a los
corrales.
Un buen día, Shertat, en busca de comida como siempre,
encontró unos deliciosos lechales pastando cerca
de su jaima. Se abalanzó sobre ellos y empezó
a perseguirles. Los corderitos alcanzaron a toda prisa la
jaima de sus dueños, muertos de miedo. Shertat en
su loca carrera tras ellos no se dio cuenta hasta que se
encontró en el interior de la jaima. Entonces reaccionó,
ante los sorprendidos dueños, diciendo "¡Eh,
cuidad vuestros lechales que nos están molestando!".
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B A H I A M.
H. A W A H
APUNTES BIOGRAFICOS
Nací en 1960 y para precisar en la region sur
de Tiris Auserd. Un poco antes
del medio dia cuando mi familia que era nómada,
ese dia iba Erhil en busca
de un nuevo lugar de pasto más verde para sus dromedarios,
que es lo
habitual de los nómadas del desierto.
Mi padre era un militar de la metrópoli Española
que compaginaba su
servicio militar con la obligación de la familia.
Mi madre una mujer de
gran corazón, inteligente con muchos conocimientos
de literatura árabe,
sobre todo la poesía en Hasania y la historia de
la civilización
mohometana. Nuestra gran familia bien conocida con el
nombre de Ahel Awah ó
Ahel Mohamed El-Alem y Awah es un apodo de mi tatarabuelo
y significa en
árabe alegre, bondadoso.
Curse mis estudios segundarios y superiores telecomunicaciones
entre el
Sahara, Argelia, Cuba y España. Dirigí las
programaciones en español de la
Radio Nacional saharaui durante cinco años. Trabajé
como columnista en el
rotativo nacional y la revista de la juventud saharaui.
Desde 1998 resido en España,
en 2001 comencé retomando el espacio literario
que se editaba en la R.N.S Poemario por un Sahara Libre
a través de un
emisora libre de Madrid hasta 2003. Entonces vi la necesidad
de hacer llegar
esta voz literaria saharaui a los territorios ocupados
del Sáhara mediante
la emisora comunitaria de Las Palmas de G.C: Radio Guiniguada
105.9 FM,
también gestiono con mi compañera una lista
de correo dedicada a las
actualidades del conflicto.
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