PREMIO INTERNACIONAL DE RELATO PATRICIA SÁNCHEZ CUEVAS

PRESENTACION · CONTACTO · QUINTA EDICION



LA CRISIS DE BORJA

por Laura Delgado González


Primer Premio categoría Internacional

5ª Edición Premio Internacional de Relato Patricia Sánchez Cuevas

 


Ilustración de Francisco Palacios

 

Lunes 12 de Septiembre

Me han despertado muy temprano. Casi no hay luz, pero no importa. Estoy nervioso. Hoy empiezo en el nuevo cole. Mis papás me han dicho que ya soy grande, por lo que empiezo en el cole de los grandes. Mi mamá me ha avisado de que todo va a ser diferente este año. Ya no vendrá a buscarme el micro; me va a llevar papá y, como ya soy grande, no me voy a quedar a comer en el comedor, lo haré en la casa de los abuelos.

Desayuno rápido porque mi papá tiene mucha prisa. ¡No llegamos!, no para de repetir… Mamá está de espaldas, junto al fregadero, y cuando salimos nos dice adiós, pero no se gira para mirarnos. En el coche, papá está nervioso, y cada vez que paramos golpea con el pulgar el volante una y otra vez. ¡No llegamos!...El coche para una y otra vez y yo me distraigo mirando por la ventanilla. Veo pasar a unos niños más pequeños que yo. Llevan un uniforme parecido al que yo usaba el año pasado. Sonrío satisfecho porque este año, como ya soy grande, puedo llevar mi ropa. Miro mis zapatillas nuevas. Me encanta ser grande.

 

Martes 13 de Septiembre

Mis papás están discutiendo y me han despertado. No entiendo nada de lo que dicen, pero no me gusta. Me tapo la cabeza, pero aun así los oigo. No puedo dormir y decido levantarme. Como cada día toco las sábanas. No las he mojado. Tres noches enteras sin mojarlas. Eso debe de ser porque ya soy grande. Salgo corriendo al baño. Mis padres están allí, y cuando me ven, dejan de gritar.

—¡Mamá, papá., esta noche tampoco he mojado la cama!

—¡Genial Borja! —dice mi padre mientras sale y acaricia mi cabeza alborotándome el pelo.

Miro a mamá esperando a que me diga algo. No lo hace. Tiene los ojos rojísimos. Como no dice nada me marcho a la cocina. Papá me está preparando el desayuno.

—Date prisa, hijo.

Mamá llega y se sienta a mi lado. Está rarísima. Me distraigo mirando como los cereales flotan en la leche junto al Cola Cao. No sé cuánto tiempo ha pasado cuando vuelvo a oír la voz de mi padre.

—¡Date prisa!

No hay tiempo para esperar a que llegue el ascensor así que bajamos las escaleras tan rápido que salto los escalones de dos en dos. En el coche, todo igual que el día anterior. ¡Lo que más me gusta de este nuevo cole es que no tenemos que hablar en inglés todo el rato!

 

Miércoles 14 de Septiembre

He mojado la cama. Mamá se ha enfadado muchísimo. Me ha gritado y ha venido papá. Al ver lo que he hecho, se enfadan aún más y se chillan el uno al otro. No tengo ganas de desayunar y no tengo ganas de ir al cole.

 

Viernes 16 de Septiembre

Tengo un amigo nuevo; se llama Carlos; vive en el mismo barrio del cole. Nos sentamos juntos y jugamos al fútbol en el recreo. Me lo paso bien con él. No es como mi amigo Raúl, al que no veo desde que acabaron las clases en el antiguo cole, pero de momento será mi nuevo mejor amigo. Me pregunto a qué colegio habrá ido, antes de ser grande.

 

Domingo 18 de Septiembre

He pasado todo el fin de semana en la casa de los abuelos. Me he aburrido muchísimo. Lo mejor es que no he mojado la cama. El domingo por la noche mamá ha venido a buscarme. Está muy seria. En todo el trayecto no ha hablado nada. Tal vez esto sea un juego y el que primero hable pierda. Yo, por si acaso, me quedo callado.

 

Miércoles 21 de Septiembre

El juego de ver quien habla primero continúa, y ahora también participa papá. Creo que hablar por teléfono y llorar no cuentan para el juego, pues papá se pasa horas y horas haciendo y recibiendo llamadas por el móvil y mamá llorando en el cuarto de baño y en la cocina. Yo hago trampas y hablo todo lo que puedo con Carlos, así aguanto mejor cuando estoy en casa.

 

Domingo 25 de Septiembre

Me tocó otro fin de semana en casa de los abuelos. Por lo menos esta vez han venido los primos y he podido jugar con ellos. Han traído la Play y he jugado tanto que me duelen las manos. Mamá ha venido a buscarme y se ha encerrado a hablar con la tía en la cocina. Cuando entré a buscar agua las encontré abrazadas.

 

Lunes 26 de Septiembre

En el coche rumbo al cole empiezo a pensar que estoy cansado del juego de permanecer callados y decido perder.

—Papá.

—Dime Borja.—Parece que él tampoco se acuerda ya del juego.

—He estado pensando y ya sé que le voy a pedir a los Reyes Magos.

Papá se calla.

—¿Quieres saber qué es?

—Claro — me contesta.

—Una Play como la que tiene el primo y con el mismo juego.

—Ya veremos, Borja, ya veremos.

Y yo me pregunto qué es lo que tenemos que ver.

 

Martes 27 de Septiembre

Papá y mamá se están chillando tanto que he salido corriendo a su habitación. Esta vez es diferente porque no se han callado al verme. Quiero que se callen pero no lo hacen, por lo que me pongo a dar vueltas por la habitación, pero parece que no me ven. Sé lo que tengo que hacer. Me quedo muy quieto, me concentro y me hago pipí encima.

Mamá mira a papá y le grita.

—Mira lo que has conseguido. ¿Estás contento?

—Estoy muy contento. ¿Es que no se me nota?

Yo no entiendo nada, porque para nada parece que estén contentos. Mi madre me tira del brazo y en dos segundos estoy dentro de la bañera.

No sé por qué pero paso el resto del día raro. No tengo ganas de jugar con Carlos y las horas de clase se me hacen muy largas. Quiero llegar a casa, pero a la vez no quiero estar allí. Estoy hecho un lío.

 

 

Miércoles 28 de Septiembre

Hoy no hay gritos, pero sí portazos y cuchicheos. He vuelto a mojar la cama, pero no lo he hecho adrede. Mamá no me ha dicho nada. Se ha limitado a retirar las sábanas en silencio. Supongo que está enfadada de nuevo, porque no me mira ni me habla.

 

Viernes 30 de Septiembre

Los trayectos en coche hasta el cole son cada vez más aburridos. El silencio me aburre.

—Papá, ¿puedo poner la radio?

—Claro.

Enciendo la radio, pero es peor, porque no hay música, sino noticias y gente hablando de cosas que no entiendo: crisis, burbuja inmobiliaria, paro…

 

Domingo 2 de Octubre

Creo que nos vamos de vacaciones, por que he visto a mi madre metiendo ropa en la maleta que usamos cuando nos fuimos a Eurodisney. Yo, por si acaso, preparo mi mochila para no dejarme atrás ningún juguete, como la otra vez.

 

Jueves 6 de Octubre

He pasado todos estos días en casa de los abuelos. El abuelo me lleva al cole y me recoge. Almuerzo con ellos, me obligan a hacer los deberes y luego me llevan al parque. Todas las noches llama mi mamá. Hablamos un poco y luego le paso a la abuela. No me aburro demasiado, pero tengo ganas de volver a casa. Lo mejor es que Carlos me ha invitado a su cumpleaños. Me muero de ganas de ir.

 

Domingo 8 de Octubre

Mis padres no me han llevado al cumple de Carlos. Estoy muy enfadado. He llorado tanto que he mojado la cama, pero esta vez no me importa. Mis padres parece que no entienden que Carlos es mi nuevo mejor amigo. A un amigo no se le hace eso, no se deja de ir a su cumpleaños. Quieren que vaya otra vez a la casa de los abuelos, pero no voy a ir. Quiero quedarme en mi casa. Estoy harto de estar en la casa de los abuelos. Después de almorzar, mis padres han empezado otra vez a discutir, pero me da igual. Me he encerrado en mi cuarto y me he puesto a mirar el techo con la intención de dormir, pero con tanto grito no puedo. Tampoco voy a hacer los deberes. Ya de noche me encontré con papá en la cocina.

—Papá, ¿porqué estoy castigado?

—No estás castigado Borja.

—Entonces… ¿Por qué no me habéis llevado al cumple de Carlos?

Mi padre se giró hacia mí y me miró durante un rato tan largo que a mi me pareció una eternidad.

—Borja, hijo, a veces las cosas no son lo que parecen.

—¡Ah! Fue lo que le contesté.

Me dormí dándole vueltas a su respuesta. No entendía nada.

 

Lunes 9 de Octubre

Lo primero que he hecho al llegar al cole ha sido buscar a Carlos para explicarle que no he ido a su cumple porque a veces las cosas no son lo que parecen. Tal vez él lo entienda. Carlos parece estar en una nube, ni siquiera se había dado cuenta de que yo no había ido a su cumple. Me cuenta, muy alterado, que la amiga de su padre le ha regalado la Play con el juego de fútbol que yo quería., el que tenía mi primo.

—¡Guau!, la Play …

—Ya te invitaré a casa a jugar —me dice.

No lo había pensado. No hace falta esperar a los Reyes, puedo pedir la Play por mi cumple. Esa idea me deja muy contento durante todo el día, hasta que al salir me encuentro a mi abuelo esperándome. No es que no quiera al abuelo. Pero… ¿dónde están papá y mamá?

 

Martes 10 de Octubre

Como el abuelo y yo tenemos que ir caminando al cole, debemos levantarnos aún más temprano. Ahora siempre tengo sueño. Por el camino nos hemos encontrado a la mamá de Raúl, y se ha parado a saludarnos.

—Hola Borja, ¡cuánto tiempo! ¿Cómo estás? —Y también me revuelve el pelo ¿Qué les pasará a todos los mayores con mi pelo?

—¡Bien!

—¿Cómo te va en el nuevo colegio?

—¡Bien!

—¿En cuál estás?

—En el verde de un par de calles más abajo. —le contesté arisco.

—¡Ah! —responde ella.

Mi abuelo tira de mí para que camine y cuando ya hemos reanudado la marcha me vuelvo y le pregunto.

—¿En qué cole está Raúl?

—En el de siempre, en el bilingüe.

Mi abuelo tira aún más fuerte de mi y hace que mis piernas se tropiecen una con la otra.

—Abuelo, ¿cómo es que Raúl sigue en el cole de antes?

—No lo sé Borja.

—Es que los dos somos de la misma edad. Ya los dos somos grandes y tenemos que ir al cole de grandes, pero él sigue en el de niños pequeños.

—¡Ay, Borja, y yo que sé!

—Abuelo…

—Dime…

—Yo no entiendo nada.

No me respondió, solo me apretó aún más fuerte la mano y aceleramos el paso.

 

Jueves 12 de Octubre

El primo ha traído la Play esta tarde y nos hemos pasado horas jugando. Por la noche ha venido mamá y me ha dado un abrazo enorme.

—¡Mi pequeño, mi pequeño…!

Luego me da un beso y se va a la cocina con la tía Ángela. Yo sigo jugando hasta que los dedos se me atrofian. Luego voy a la cocina. Seguro que la abuela tiene algo bueno para merendar. Al entrar, me encuentro a mamá llorando y abrazada a la tía. Me quedo paralizado, porque aunque no sé qué pasa, algo me dice que no debería estar allí.

 

Viernes 13 de Octubre

Esta vez me lleva al cole la abuela. No puedo quitarme la imagen de mi madre llorando abrazada a la tía.

—Abuela, ¿qué le pasa a mi madre?.

—Nada, Borja, nada.

—Mi padre siempre me dice que por nada no se llora.

—Es que tu padre es muy listo…

Decidí reunir valor y hacerle la pregunta que me había estado danto vueltas en la cabeza toda la noche

—¿Mamá está enferma?

La abuela me mira muy seria y noto que duda.

—No, Borja, tu mamá no está enferma.

Creo que me está mintiendo.

—Abuela, por favor, explícame entonces por qué llora mamá…

La Abuela se sienta en un banco, de modo que nuestras caras quedan a la misma altura y pone sus manos sobre mis hombros. Me doy cuenta de que me va a contar algo muy importante y me dan ganas de echarme a llorar.

—Hijo, a veces, a los adultos les pasan cosas. Cosas para las que no están preparados y la situación los desborda. Muchos de los que somos mayores ya hemos pasado por esto otras veces, pero tus padres no estaban preparados. Menos mal que siempre está la familia para ayudar en casos como estos.

—Abuela…

—Dime.

—Yo no entiendo nada.

—Es que esto son cosas de mayores, Borja.

En ese momento me enfadé mucho, muchísimo.

—Este año he empezado en un cole nuevo porque ya soy grande, no voy al comedor porque ya soy grande, no voy a los cumple de mis amigos porque ya soy grande… Y ahora me dices todas esas cosas que no entiendo porque son para mayores… ¿Soy o no soy grande?

Me sentía tan mal que las lágrimas corrían por mi cara, pero cuando vi la cara de dolor que tenía mi abuela me sentí aún peor.

—Borja, te prometo que entenderás todo esto cuando seas mayor.

Genial —pensé— eso no resuelve ninguna de mis dudas.

—De todas formas, no estaría mal que le hicieras todas esas preguntas a tu padre. —dijo la abuela.

 

Domingo 14 de Octubre

He pasado todo el fin de semana con los abuelos. Ya por la noche ha venido mi padre a buscarme. Al entrar en mi casa algo me pareció raro. Me quedo un rato mirando y descubro qué es lo que me extraña tanto. En mi casa faltan cosas.

 

Lunes 15 de Octubre

El trayecto en coche con papá se me hace corto; ya me había acostumbrado a ir caminando con el abuelo. A pesar de que la abuela me dijo que le hiciera las preguntas a mi padre, no me atrevo. Al llegar al cole estoy tan preocupado que le cuento a Carlos lo de que en mi casa faltan cosas. Después de pensarlo un momento me dice.

—En tu casa han robado.

Y esa idea se queda dando vueltas en mi cabeza. Tiene sentido. Mi madre llora y está triste porque nos han robado y faltan cosas en casa porque han robado. Mis padres no quieren decirme nada para que no pase miedo, pero como yo ya soy grande en el recreo tomo una decisión.

—Carlos, tenemos que tenemos que investigar quién ha robado en mi casa.

—¡Sííí!

Y el resto del día lo paso haciendo de detective.

 

Jueves 18 de Octubre

Estoy que me caigo de sueño. Todas las noches me hago el dormido y luego me levanto, me escondo tras la puerta de la cocina y espero a ver si veo al ladrón.

 

Viernes 19 de Octubre

Mientras desayunamos veo que falta el microondas. Miro a mi alrededor aterrado, porque el ladrón ha venido y no me he enterado. Mis padres parecen no darse cuenta de nada.

—Papá, mamá, falta el microondas…

—No te preocupes por eso Borja,—me responde mamá y se acerca y me acaricia la mejilla.

En cuanto llego al cole se lo cuento a Carlos, pero no parece que esté demasiado interesado.

—Oye, Carlos, creo que deberíamos ir a mi casa a merendar y así investigamos un poco.

—No quiero investigar más. Ya me aburre lo de los detectives.

—¿Por qué? Necesito que me ayudes. Anoche robaron el microondas.

—Borja, le conté a mi madre que estaban robando en tu casa y me ha dicho que en realidad en tu casa está pasando otra cosa.

Dudé si debía preguntar qué otra cosa creía su madre que pasaba, porque todo mi cuerpo intuía que no me iba a gustar la respuesta.

—¿Qué otra cosa?

—Tus padres se van a divorciar.

Y el mundo entero se me cayó encima.

 

Sábado 27 de Octubre

He estado toda la semana en la casa de los abuelos. Han hecho cambios, y ahora la habitación grande es para mí, aunque también han puesto en ella una cama de matrimonio. Supongo que será para cuando vengan todos mis primos. Yo no tengo ganas de nada, ni siquiera de jugar a la Play. He llegado a la conclusión de que la madre de Carlos se equivoca. Lo que no quiere es que Carlos juegue en mi casa por si nos encontramos a los ladrones. Por eso se ha inventado lo del divorcio. Sí, sí, estoy seguro que se lo ha inventado.

 

Domingo 28 de Octubre

Mamá viene a buscarme y lo primero que me pregunta es:

—Borja, ¿qué te ha parecido tu cuarto?

Como ese no es mi cuarto no entiendo bien la pregunta de mi madre y solo levanto los hombros. No sé que contestar. Al entrar en mi casa no puedo evitar que se me escape un grito de terror. Han robado el sofá y el televisor de plasma de la sala. Corro al hueco que han dejado en el mueble. Mi madre me mira y yo la miro espantado.

—No te preocupes Borja, esta noche papá pondrá en la sala la televisión pequeña de nuestra habitación. Yo no sé conectar esas cosas.

¿¿¡¡ Que no me preocupe??!! Esa misma noche tomo la determinación de no volver a dormir hasta que no atrape al ladrón ya que parece que a mi madre no le importa. Haré guardia y lo descubriré. Apoyado tras la puerta de la cocina oigo ruidos en la puerta de entrada. Todo mi cuerpo se pone tenso y me muero de miedo. Tal vez no ha sido buena idea lo de tratar de atrapar al ladrón yo solo, en el fondo, soy solo un niño. Los pasos se acercan y cuando creo que el corazón se me va salir por la boca, distingo las deportivas de mi padre. Respiro tranquilo. Mi madre viene detrás.

—¿Te ha pagado? —Le pregunta mi madre a mi padre.

—Claro que sí. Con ese dinero podemos ponernos al día con una de las letras.

—No, con ese dinero tenemos que comprar comida. —Le dice mi madre.

—Ya lo hemos hablado. Primero el banco.

—Javier —ese es el nombre de mi padre— por pagar una sola cuota no nos van a dejar de embargar. Es prolongar lo inevitable. Cojamos nuestras cosas y vámonos de una maldita vez.

La conversación de mis padres fue subiendo de tono, y yo dejé de comprender lo que se decían.

—¿Tú te crees que yo soy adivino? ¿Crees que hubiese podido intuir la subida del Euribor? ¿Crees que sabía que la empresa iba a dejar de pagar?

—Tengo claro que tú no podías saber nada de esto. Ni de nada.

El tono de voz de mis padres iba subiendo y notaba como la situación era cada vez mas extraña.

—Sí que lo sabía, —dijo mi padre—. Entendía que no podíamos pagar un piso en este barrio, entendía que no necesitábamos ese coche nuevo, entendía que no necesitábamos un sofá de piel, entendía que Borja podía ir a un colegio público; entendía que no hacía falta hacer un viaje a Tailandia, ni a Eurodisney; entendía que no era necesario tener ni la tarjeta de El Corte Inglés, ni la tarjeta de cetelem…

Mi padre dejó de gritar. Mi madre con los puños cerrados y lágrimas le contestó hablando muy bajito. No sé por qué ese tono me dio más miedo.

—Claro, la culpa es mía… La mierda de empresa de reformas que te montaste con tu socio, que era más mierda todavía, no tiene nada que ver. Te advertí de la burbuja inmobiliaria, pero tú no me escuchaste… Hipotecaste nuestra vida y nos arruinaste.

Mi padre dio un puñetazo a la pared y a mí se me escapó un grito. Me descubrieron.

—¿Ves lo que has conseguido? Le gritó mi madre a mi padre.

Me llevó a la cama en brazos.

—Mamá…

—Duérmete cielo.

Claro, ¡cómo si pudiera!…

—No entiendo nada.

—No tienes por qué hacerlo. Esto son cosas de mayores.

—¿Os vais a divorciar?

A mi madre se le heló la expresión del rostro. Tardó varios segundos en recomponerse.

—¡No!

 

Lunes 29 de Octubre

Carlitos me pregunta si ya sé cuándo se van a divorciar mis padres. Me enfado tanto que tiro la mochila al suelo y le doy un puñetazo. Le sale sangre, pero no sé por dónde. Me llevan a ver al jefe de estudios. Mi madre no tarda más de diez minutos en llegar.

—Borja, hijo, ¿pero que has hecho? ¡Por Dios!…

Se agacha hasta ponerse a mi altura.

—¿Es ésta la educación que te hemos dado?

Esa pregunta la entiendo y sé la respuesta. Me acordé de mi padre dándole un puñetazo a la pared de la cocina.

—¡Sí!

Por la cara de mi madre, que pasaba del rojo al morado, intuyo que había metido la pata. Me hacen salir y esperar fuera. Oigo como mi madre se disculpa por lo menos veinte veces. Cuando sale me agarra de la mano y me la aprieta tanto que me hace daño. La miro y abro la boca para quejarme, pero la vuelvo a cerrar. Mejor me quedo callado. Al subirnos al coche mi madre llama a mi padre.

—Mira lo que ha hecho tu hijo…

Y luego le cuenta lo del puñetazo y lo que le contesté delante del jefe de estudios.

—Tenemos que hablar con Borja.

Ese fue el final de la conversación. Y a mí me hizo gracia lo de “tu hijo” y que hablara como si yo no estuviera delante.

 

Jueves 1 de Noviembre

Estoy en el cuarto nuevo que comparto con mis padres, en la casa de los abuelos. Nos hemos mudado hoy. Ya no vamos a vivir en el piso de antes. Mis padres me han explicado todo lo que ha pasado.

Una situación económica inestable; no entendí. Depreciación del mercado inmobiliario; no entendí. Subida del Euribor; no entendí. Vivir por encima de las posibilidades; no lo entendí del todo, porque creo que la abuela ya me había hablado algo de eso. Apretarnos el cinturón; lo entiendo. Sacrificio; lo medio entiendo.

—¡No nos vamos a divorciar!

¡Uf! Entonces no pude parar de llorar. Eso sí lo entendí perfectamente. Me da igual vivir en la casa de los abuelos, yo lo que quiero es estar con mi padre y con mi madre.

 

Jueves 8 de Noviembre

Mi padre está triste. Se lo noto. Pero yo estoy contento porque mi madre ya no llora y ya no se gritan, aunque tampoco hablan mucho. No se van a divorciar. Carlos ha vuelto a hablarme. El otro día en el recreo compartimos Coca Cola. Le cuento lo que mis padres me han dicho y él tampoco entiende.

—¿Y qué pasa con los ladrones? —Me pregunta.

Y de pronto en mi cabeza encajan todas las piezas. Ya lo entiendo todo: ¡Nos hemos mudado a casa de los abuelos por culpa de los ladrones!

 

 © Laura Delgado González

 

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