índice XX aniversario

Nuestra distancia a la muerte es la que
determina las concepciones de nuestra vida

por Raúl Quintana Selleras

 

La muerte ha sido una preocupación perpetua en el mundo de la filosofía. Cuando nos distanciamos de la muerte, somos jóvenes. Cuando nos acercamos a la muerte, somos viejos. El escaso tiempo que pensamos en nuestra muerte le da la vitalidad a nuestra juventud. Nuestra personalidad se agrieta al mismo tiempo que nuestros rostros.

No temía a la muerte Tom Sawyer, el personaje creado por Mark Twain, por eso saltaba y se divertía con sus travesuras. En cambio, ¿podríamos decir lo mismo sobre el presbítero que cuidó de Lázaro González Pérez, el Lazarillo de Tormes? Si a un adolescente le avisaran que tendría una vida corta, cruzaría las fronteras impuestas por su edad hasta llegar a un carácter áspero con una piel lisa. Si a un anciano le dieran a probar del Elixir de la Larga Vida imaginado por el rabino francés Nicolás Flamel, vería su mente transformada y renovada con vivacidad.

En el filme estadounidense Verónica decide morir, una adaptación de una novela brasileña de Paulo Coelho dirigida por Emilia Young, Verónica Deklava comienza a amar su existencia una vez que su psiquiatra le informa que le quedan pocos días de vida. Mario Cavaradossi, el galán de la ópera Tosca de Giacomo Puccini, canta en el aria E Lucevan Le Stelle (Y brillaban las estrellas): “E muoio disperato! E non ho amato mai tanto la vita! (¡Y muero desesperado! ¡Y jamás he amado tanto la vida!)”

La conglomeración de días solamente nos llena de experiencias. No permitamos que nuestro decaimiento corporal ejerza un mayor peso que el de la advertencia. Y esa advertencia sólo nos aterroriza cuando no hemos creado una obra que nos rescate del olvido eterno. ¡Cuán dignos somos cuando la muerte nos es indiferente y cuando no bajamos nuestros rostros ante ella! Elevémonos sobre los años y midamos nuestros pasos con nuestra laboriosidad. No debe importarnos morir, sino haber vivido en vano. No nos preocupemos por nuestra muerte, sino por los legados de nuestras vidas.

 


© Raúl Quintana Selleras

 78ariadna