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Soneto del río

por Pilar García Orgaz

 

Te puse un nombre cálido, de espuma,
a orillas de ese río que te nombra.
Entre sauces buscábamos la sombra,
escondidos, felices en la bruma.

El sol era tan fuerte, que la suma
de sus rayos brillantes era alfombra
de luces sobre un musgo, que hoy se asombra
de un recuerdo que vive y no se esfuma.

Los años marchitaron los jazmines.
No hay musgo en un asfalto que adormece.
El suelo del verano es fuego y fragua.

Regreso una vez más a estos jardines,
y el murmullo del río me estremece.
Estoy en paz contigo y con el agua.

 


© Pilar García Orgaz

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