índice XX aniversario

Permanencias
(Veinte años no es nada)

por Olga Guadalupe

 

El aire de los chopos

Es un locus amoenus verdadero
tenderse boca arriba cada año en la pradera:
sus copas imponentes elevan juntas
a cada lado nueve chopos en hilera,
mole que la brisa no roza, mece,
surca el cielo azul
de ondas verdes, suaves.
Concierto vegetal marino
su rumor de ola dulce, sola,
vivificadora. Rumoroso estruendo a veces.
De frente los tilos observan tímidos, callados,
hecha a solas, hecha a sí misma,
esa arquitectura alzarse altísima.
A tu vista escuchas el sonido acordado
del ramaje inspiradísimo.
Danzan, danzan solas sus ramas todas a un tiempo,
unísonas, sonantes.

Miras el mar en el cielo azul. Corroboras.
La fronda se ha llenado de reflejos grises.
Mar verde de plata titilante,
titilan grises, cimbrean las frondosas ramas
de hojas verdes, su goce al viento.

Cómo se han salvado en el espacio urbano
de su voraz aniquilación estos chopos
casi centenarios, casi eternos.
Vengo a veros resistiendo feraces
el embate del tiempo.
Año tras año, sólo vosotros ahí estáis,
resistidos, permanecidos, cada año,
cada vez más bellos, sanándonos de todo lo perdido.

(Piscina  Complutense)

 

Igual de nueva

De nuevo me trae hasta la playa
el puente y su baranda,
el mismo trecho cada año,
la insólita travesía de madera
adentrándose en la duna.
No cambian los espacios
de infinitos azules en pugna
que al final del barandal en curva
el camino al horizonte entrega
ante tu vista.

De nuevo frente a mí se ha abierto
expectante, una ventana, una mañana azul
recién nacida, eso no cambia:
los ojos deslumbrados, los espacios infinitos,
la distancia fabulosa que sabes se abrirá
al final del recorrido, ante el balcón de tu mirada,
esta mañana nueva igual que siempre.

 

En casa ya

Lo sabe el umbral, la casa,
la vida toda, y esa luz cierta
que iluminan tus abrazos
ya para el amor desnudos.
Lo hemos sabido quizás siempre.
Esto es la vida sólo,
un horizonte ensanchado
por paredes y ventanas
suspendidas del cielo
y un gemido quebrantando
la quietud inmensa del paisaje.
Esto es la vida, esto eres sólo:
esta luz cierta, que sé que volverá mañana.
Tú, tras la puerta o allá en el fondo
de la estancia abierta
con los brazos ya para el amor rendido.

Estas horas nuestras.
Y saber que volverás mañana.




© Olga Guadalupe

 78ariadna