Poetas que no hacen ruido
por Hertha Gallego de Torres

Catorce poetas riojanos en las jornadas de poesía en español
Edición de Alfonso Martínez Galilea
Cultural Rioja, Logroño, 2008
ISBN: 978-84-8958343-6

Sobre andamios de humo
Alejandro Céspedes
Ediciones Vitrubio
Colección Baños del Carmen nº 153, Madrid, 2008.

 

Tengo en mis manos estos días dos hermosos volúmenes de poesía, de ésa que no hace ruido “mediático” como se suele decir al uso actual, pero sí que despierta resonancias sonoras, y mueve ligeramente el alma, cosa peligrosa, porque, como en los violines, a poco que la demos un golpecito, se va todo al traste…Y empezaré por catorce vates , que han realizado unas hondísimas jornadas de poesía en Cultural Rioja, sitio en donde no sólo se escuchan conciertos muy interesantes, sino donde se cultiva la escritura, y el arte en general (baste ver sus magníficas exposiciones).

Los doscientos poemas reunidos, que se leen con prisa, con melancolía, con urgencia, ¡con gusto! contienen innumerables alusiones musicales. Manuel de las Rivas (1936) nos dice, en los primeros cuatro versos que abren tan precioso libro: “Pienso en las viejas cobardías / las irremediables / las que me llevaron por esta senda / de pájaros sin canción”. José Ramo (1945) suspira “Pero volvemos a abrazarnos en el sueño adverso,/pisamos el desvelo/ y la canción no acude a nuestros labios”.

 

Ah, estos poetas de provincia… Será el asturiano Roberto Iglesias (1946) el que exclame “ Somos poetas provincianos,

De escalofrío y de intemperie,

Provincianitos españoles,

Mínimamente compasivos,

Mínimamente enamorados (…)

Huérfanos de músicas lunas,

De agonizantes floripondios,

Pero puros éticamente,

Históricamente veraces (…)

Ciertamente irreconocibles

En la sima de los olvidos”

 

¿Qué esto no os convence? ¿Queréis historia de la música pura y dura? Luis Martínez de Mingo (1948) cita a los barrocos. “Así me instala certero el azar

entre aquellas horas

ensanchadas de ocio y amistad

con Haendel y Vivaldi

empapándonos la concavidad de las palabras

el whisky, los coñacs, el humo…”

 

¡No, no y no¡ ¡Cítanos poesía más sensorial, menos “experiencial”! Esperad, que viene Javier Pérez Escotado(1951)citando sibilinamente a Gil-Albert en “Aurea mediocritas”, en donde habla de “música que se destapa / con placer y compañía”…

¿Por qué Francisco Ibernia(1953) habla de un “piso musical y triste” que me recuerda los que yo frecuentaba en mi juventud? Ah, y Raúl Eguizábal(1955) con “el reloj, las figuras negras, la caja de música”, el libro sin cortar, (la infancia, no hay duda). Oigo a Mompou mientras leo y Desiderio C. Morga (1959), como si se hiciera eco del registro, susurra “Venían los aromas / cargados de esa música callada”. Luego pongo “Improperios”. “Al fondo una orquesta templa, es un decir, lejanos, rústicos instrumentos” (Pedro Santana, 1960).

“Desconozco por qué la madrugada / música lenta, carrusel desnudo,/ va y viene por las tapias, por los bares (…)” desgrana desapasionadamente Paulino Lorenzo(1975). Ah, los bares, “todos los bares son el mismo bar: / un tumulto de nucas, vidrio y música”. Sí, sí… José Ignacio Foronda (1961) nos está recordando esa vaga y tenue sensación de estar que se sentía en las islas y en los bares, y que supo cantar como nadie Gil de Biedma. “Y es el naufragio a veces isla extraña, / mi ajena habitación o algún recuerdo. / Al perdido compás suenan las flautas” (Juan Manuel González Zapatero, 1961)

El libro de Alejandro Céspedes (1958) “Sobre andamios de humo” que publica Vitrubio, es una recopilación de toda su obra poética hasta la fecha, con la inclusión de “Y con esto termino de hablar sobre el amor”, texto donde ha reescrito “Muchacho que surgiste”, “Tú, mi secreta isla” y “La noche y sus consejos”. Ello nos permite volver a recuperar textos inencontrables y que echábamos de menos, como “James Dean, amor que me prohíbes” publicado en esa inolvidable editorial Pamiela que tantos y tan magníficos poetas acogió.

 

“Hay canciones que son como un galope./

Dibujan trastornados jeroglíficos

Sobre un hilo de aire que abandona

La amable hospedería del encaje.

Canciones que son cactus

Columpiándose (…)”

 

Convoco desde aquí a nuestros maestros del punto (Carlos Cruz de Castro, Javier Jacinto, Zulema de la Cruz, Consuelo Díez, Alvaro Guijarro , Ramón Paús, Sebastián Mariné, Jacobo Durán-Lóriga y tantos otros que se me escapan no del tintero, sino del limbo inasible del ordenador) para que imantados por estas letras, no se desvíen un solo momento, sino que ordenen sus acordes y sus sones y produzcan una obra maravillosa.

 


© Hertha Gallego de Torres . Nace en Madrid, en donde comienza sus estudios musicales en el Real Conservatorio Superior de Música de esta ciudad. Es licenciada en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Ha trabajado como documentalista para la Fundación Isaac Albéniz (Exposición “ Rubinstein y España” , 1987), Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero y en la Biblioteca de Música Española Contemporánea de la Fundación Juan March. Ha organizado las exposiciones “ Jacinto Guerrero, 1895- 1995” celebradas en el Teatro de Madrid, Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y Centro Cultural “La Solana” en Ciudad Real, y de la exposición “ Pablo Sorozábal: La tabernera del puerto ” en el Teatro de Madrid (1995). Colabora habitualmente con la revista opusmusica.com, además de redactar notas al programa para diversos organismos. Desde el año 1998 es Profesora de Música de Educación Secundaria por oposición. Actualmente ejerce la docencia en el Instituto “Arquitecto Ventura Rodríguez” de Boadilla del Monte (Madrid).

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