El Bosco en su jardín
por Santos Domínguez
No nos dejó palabras. Sólo imágenes, símbolos
y profecías desnudas de futuros horrores:
cuatro cabezas de ave, cascarones de huevo,
animales de sombra y pieles transparentes.
No nos dejó palabras, pero en esas imágenes
viven los espejismos, los colores del miedo,
la metáfora loca de los vicios humanos,
la visión angustiosa de los presentimientos
oscuros, las fantasmagorías,
la pesadilla acéfala que deletrea la muerte
en la puerta encendida del infierno.
Su pintura inquietante llega desde el futuro
y se posa en nosotros
como un pájaro negro se posa en el paisaje
y lo llena de sombra y nos llena de frío.