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El metaverso del metaverso
porDavid Baró


En el inverso
del metaverso
está el deceso
de todo proceso.

Pues el inverso
del metaverso
es su converso.

Bajo los dones
de rigodones
en otro cesto,
si no el funesto.

 

(Metodología
en psicología,
licenciado en filosofía).

O en el envés del ciempiés
que ya no ves.

 

Y en el saber
del haber
de aquellos deberes:
haz como vieres
allá acaso donde fueres.

O en la límpida mirada
de la daga esmirilada.
La que todo lo sana
y lo corta y hermana.

 

Boticaria del alma
que el oscuro fuego calma.

Boticaria del alma
cuando la mar está en calma.

Como la mar,
así el amar.

De ola en ola.
Cíclica caracola.

Y de naufragio en naufragio,
sin voto, voz ni sufragio.

En el dolor para el dolor
yaciendo en el loor.

Llaman así al amor
sin pena ni resquemor.

Llámenlo, pues, furor.
Que así fueron los Tudor.

Pues con espada o buen sable
todo es viable.

El honor no conoce
desazón que lo roce,
aunque alguno lo goce.

 

Muerto, ay, me han,
de Cerbero ya al can
oigo allí bien ladrar
y mi oído taladrar.

Donde las toman
las dan
y allá todos irán
y el llanto escucharán.

 

Pues no se librará casi nadie,
aunque gran belleza irradie.

Del universo al inverso
más allá del metaverso.

O del infierno
al averno.

Y allá la realidad
sin más rivalidad.
Desnudo universal
en juicio transversal.

Y nadie escapará
ni amparará
la línea vertical.

Y pensar o no pensar
en delitos disipar
demasiado es repensar.

Mejor no jugar con el azar
del dado al zar,
cánticas al rezar.

Cuál sea el código
no es discusión, digo.

No es cuestión de inquisición
ni vana disquisición.

Ni al cielo se ha de ofuscar
y excusas mil rebuscar.

De olor condenación
o acaso salvación.

Pues mismo es el grato son
del diverso diapasón.

Y su el reverso
cabe todo un universo.

El metaverso
de esta almoneda en verso.

Sutil es la moneda
bajo la sombra de Leda.

Y en el monte del torrente
sobre la gran ola ingente

clamar libertad eterna
o eterna condenación,
de nación en nación,
del caprino ganado terna.

Porque ahora es la hora
de la invocación.
Y no de esa caterva que al ídolo adora.
Cualquier dilación
es equivocación.

Metaverso del metaverso inverso
que encierra un universo.

Transitando la diestra puerta
y no la de la tuerta.

No juegues con la suerte,
siempre está allí la muerte.

Pues acaba y acaba
y en acabando cava
la tumba que nunca acaba.

El camino empedrado
del que no mira al arado.

Y un germinal terror
ante tan craso error.

El final infinitesimal
del mal.

La finiquitación finiquitada
por fin acatada.

El inverso anverso
del metaverso inverso.

Y el rollo terso
del anverso
en el universo.

Metaverso del verso
del anverso en verso
que escribe el universo
en este verso inverso.

Metaverso del verso
en el metaverso.

En el anverso del verso
y en su converso.

La metonimía
de la chirimía.

Pues no llegará aquel día
cuando amanecía
en la eudaimonía.

Y ya será tarde,
pues todo arde.

En el anverso inverso.
En el verso adverso
del universo.

 

 

 

© David Baró (Madrid, 1976) cursó estudios de Filología Hispánica en la Universidad Complutense. Ha publicado varios poemarios y un par de libros de relatos. Su libro más significativo es Retratos, editado por Calambur.

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