Los ojos de diciembre
Laya Cervantes
Oviedo, Ars Poetica, 2019
por Álvaro Muñoz Robledano

Ir más allá de la sentimentalidad, la psicología, la certeza histórica o la seguridad de la estructura no elimina estas. Preguntarse por el poema además de escribirlo no anula la escritura, aunque el cainismo está tan incrustado en nuestra cultura que las dudas despiertan al inquisidor que nunca duerme del todo, dispuesto a asegurarse de que el poema sea siempre afirmativo de su propia poemática; y el inquisidor no duda en certificar lo válido y lo nocivo, lo sublime y lo grotesco, lo civil y lo reprochable, negándose a cualquier diálogo en el que se traten los límites de cada concepción y. sobre todo, lo que está fuera de tales límites.
Laya Cervantes ha encarado ese diálogo con arrojo y sin certezas previas. En cada uno de sus poemas están los recuerdos impertinentes de que nos alimentamos, pero también la duda acerca de su presencia y de los deseos que rompen. He leído el libro con pasión creciente, y su primera parte me atrapó en un bucle del que no salí hasta completar la cuarta lectura de corrido, sintiendo el esfuerzo, el logro y el desengaño del poema. Laya articula su texto en progresión que va de lo desconocido a lo leído e incognoscible, dejando testimonio de la antigua pelea, que aún no hemos resuelto, entre tantas necesidades oscuras: escribir lo vivido, escribir lo escrito, la vida al margen de su escritura, la escritura en el margen de lo escrito… en este libro valiente e inseguro está el trabajo del alquimista que sabe que no puede obrar dejando de lado la memoria, que acepta los recursos de la poética y la comunicación, pero que es, al mismo tiempo, consciente de que hay recuerdos no vividos, imposibles de estructurar mediante formas aceptadas, imposibles de asimilar al acervo de la tribu; un alquimista que es consciente de que, quizás, no hay ninguna tribu a la que dirigirse y de que más allá de la elocuencia del silencio nos espera el silencio de todas las construcciones.
Este es el diálogo que necesitamos emprender.
© A.M.R.
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