Barruntar
Nadia del Pozo
Palma de Mallorca, Isla Elefante 2022
por Álvaro Muñoz Robledano

Desconfío de la expresión “sin concesiones” aplicada a la literatura; suele albergar tosquedad meliflua de tan falsa. Sin embargo, no encuentro otra más acertada para referirme a este Barruntar que ha ocupado mi cabeza, mi tiempo y mis ganas durante casi dos semanas de lucidez y violencia. Si todo poema lee, este lo hace a través de un cuerpo, y un cuerpo real, ni idealizado, ni embrutecido ni esquematizado; Nadia del Pozo quiere, y vaya si lo consigue, romper la costumbre de la escritura, atornillar de nuevo el espejo a la pared y dirigirse a él y contra él. En todos los libros que me interesan de un tiempo a esta parte encuentro una nueva versión de lo especular y una nueva versión del verbo “especular”, de paso. Ahora que tantos poetas optan por reflejarse tan solo en los lectores y entregarles, debidamente premasticada, la versión que han de aceptar, un salto al vacío con tirabuzón como el del poemario que me ocupa esta madrugada, es muy de agradecer, y más aún de temer.
Porque mostrar el cuerpo sin condiciones previas, sin coartadas sociales o estridencias del aparato cultural, ese que habitualmente tiene mucho de nervioso, poco de digestivo y nada de reproductor, resulta ser una actitud fascinante e incivil. Aquí no hay dialéctica entre lo desnudo y lo vestido, entre lo visible y lo soñado, entre lo asumido y lo olvidado: hay intimidad entendida como desafío a lo histórico, sea lo que sea eso; hay una asignatura secreta que se estudia sin desvelar sus paradigmas, quizás la carnalidad; quizás la desautomatización del poema, que quiere tratar, escudriñar, barruntar al fin y al cabo, un territorio del que, desde luego, no va a dudar, porque lo ocupa dentro y fuera del cristal, porque recibe órdenes de él y porque transcribe tanto lo que afirma como lo que discute. Y donde digo poema podría decir Nadia del Pozo, y viceversa.
Bendita impertinencia la de los poetas que no se temen y a los que no les preocupa nuestro miedo cultural. A los demás les quedará el consuelo del PH correcto y la servilleta doblada.
© A.M.R.
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