í n d i c e  d e l  n ú m e r o


Los hijos de enero
Safia Elhillo


Traducción de Helena Mariño
Madrid, Visor, 2022


por Álvaro Muñoz Robledano

 



No sé en qué consiste la identidad. Hablo de mí, por supuesto, y no pretendo llegar más allá de lo que mi piel abarca (que últimamente es demasiado). A duras penas me reconozco en mis actos y en lo que he dicho o he escrito. Más allá de la utilidad práctica de los datos que muestran el carnet de identidad o la tarjeta de la Seguridad Social, no consigo verme reflejado en ninguna de las circunstancias que me acompañan de manera, por lo visto, indeleble. Eso que llaman identidad, así lo siento, se parece mucho al miedo; miedo a perderse en los lugares habituales, a no compartir el idioma con los cercanos, a tener que elegir sin la ayuda de lo asumido con anterioridad. Si hay un problema de identidad es porque se exige al otro que haga ostentación de una, aunque sea contraria a la que se tiene asignada, para así no padecer el miedo a que no haya lugares comunes, a que el lenguaje, siempre tan prejuicioso, pierda sus diseños estereotipados y tenga que crear, a que la elección sea posible.

Se teme al alienado porque muestra la alienación de todos y cada uno.

El único problema cierto de la identidad es, en mi opinión, la reacción airada de quien no consiente su revisión, ni en la suya ni en la de ningún otro.

Y es en la literatura donde la identidad se hace pedazos, porque la literatura es el espacio natural del otro: es otro el que escribe, lo hace acerca de otro, aunque crea que escribe acerca de sí mismo y de lo que le sucedió. Y es otro el que lee, aunque la mano que pasa la página sea la misma que tecleó en el ordenador.

El insecto gigantesco no es menos Gregor Samsa por no ser Gregor Samsa, ni este llega a ser Kafka aunque Kafka lo necesite.

El hidalgo que vive bajo otro nombre y otro siglo dice saber quién es, pero no termina de reconocerse cuando lee las aventuras que ha corrido.

Unos pocos datos previos nos ponen en el contexto en el que Safia Elhillo ha escrito los poemas de este libro. Gracias a ellos, sabemos que nació en Estados Unidos, de familia proveniente de un país que no existía cuando lo abandonaron: Sudán del Sur, una de tantas jugadas arbitrarias de los cartógrafos; que en su cultura se distingue (como en todas) entre los tonos de color de la piel, y que el deuteragonista de estos poemas fue un galán y cantante egipcio, ídolo de masas en otro tiempo, en cuyas canciones solía referirse a la amada con apelativos referidos a su piel morena.

También sabemos que los colonizadores dieron tarjetas de identidad a los pobladores autóctonos calculando su edad a ojo y anotando el uno de enero del año supuesto como fecha de nacimiento.

¿Identidad?

La sinuosidad es el gran valor de este poemario, incluso en la evidente violencia que lo atraviesa. La joven quiso ser el amor cantado por un galán, consciente de que ninguna canción va destinada a nadie, mientras su memoria era traicionada constantemente, también por quienes le dieron un país inexistente, por quienes pretendieron adjudicarle una tradición no compartida y por quienes borraron de un plumazo su condición de mujer, incluso en la distancia; ahora, esa joven decide abandonar su edad y su nombre para escribir despacio, desviándose de cada conclusión, alejándose de cada respuesta. También de cada poema, por si alguien pretende reducir el poema a elemento de afirmación.

Cuando se pelea entre quien no se es y quien no se pudo haber sido, solo queda el cuerpo, lo sentido por él, y la duda acerca de cualquier proceso histórico, de cualquier certificación cultural. No se trata de escribir visceralmente, expresión vacía donde las haya, sino de armar la duda y el azar como mecanismos vitales de primer orden.

Se trata de utilizar el no saberse como arma de resistencia.

De descubrir por fin que ningún poema vale nada como espejo, pero algo consigue si tiende al vacío.

 

© A.M.R.

 

Alvaro Muñoz Robledano

© Alvaro Muñoz Robledano Nació en Madrid en 1965. Se licenció en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado los libros: “Fotografías junto al pecio” (Málaga 1991), “Hoteles” (Madrid 1996), “Cuartel de Invierno” (Madrid 2000), "Salvoconductos" (2006) ganador del III Premio Café MOn. Colaborador de ariadna-rc desde sus comienzos donde ha publicado su "Breve historia de la lucha de clases" (2003) y "Notas para un tratado de botánica de la oscuridad" (2007) junto a Pedro Díaz Del Castillo.

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