Y que en tus manos yo oiga chirriar el bosque
porTomaso Pieragnolo
Y que en tus manos yo oiga chirriar el bosque,
la gota constante que afila
como un astro el crecimiento del motivo,
el olor que nocturno trepa de invisibles savias,
o la regurgitación de la abeja en la lengua;
y una mañana de reciente otoño
sean tus besos largamente esperados
por noches de sólo una inmóvil estrella,
aturda así mi grito contra el mineral del cielo
y escondidos en esta loca roca
sin centinelas en el árbol
ciegas lleguen las vidas a tus pies,
mujer dulce, tu cabeza me roza el pecho
como un iris cayendo al fondo,
describes pétalos con tu saliva
y es un país entero el amor,
una demora a través del tiempo,
podemos volver a estar vivos
con sólo la sombra de un púdico abrazo,
así tendría más manos para tocarte,
dedos para recogerte, brazos para acogerte
y nombres para despertarte,
podríamos estar donde los peces se alisan lejos,
radiante mía, salto de gozo si tú me distraes,
come una sed me sacio
con esta sóla gota que no se suelta,
considera mis palabras como un don
y haz un fajo de ramas verdes aún,
para que desde mi sueño yo vea
despedirse los engaños.
Del libro Viaggio incolume (Editorial Passigli 2017)
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