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Arqueologías
porUlises Varsovia



Afrodita de Melos
(Venus de Milo)

Déjame tocar tu piel y quemarme,
déjame acariciar tu cuerpo
con mi mirada de varón en celo
trepando las gradas de la fiebre,
consumido en tus besos de piedra.

Mudo y pasmado estoy en tu presencia,
indestructible ícono de mármol
revoloteando por siglos y milenios
en la conciencia de la humanidad,
en el subconsciente de la idea de arte.

En un duro bloque de fría materia,
te buscó el aprendiz de creador
armado de un soplo de metal,
día tras día y noche tras noche
fue escarbando en los velos del misterio,
y al final de la séptima aurora
emergió tu cuerpo desde la luz
petrificado en su propia belleza.

Bella como ninguna diosa
tu forma triunfal semidesnuda,
torcida en la curvatura invicta
donde el pubis esconde su secreto
bajo un follaje de pliegues textiles.

Qué importa que tus hermosos brazos
cayeran al pozo de los siglos,
si la turgencia idéntica del pecho
eleva sus llamas paralelas,
y corren dos ríos de agua pura
más allá de la sed y de los labios.

Sólo al genio griego le fue concedido
arrancar de un frío bloque de materia
un cuerpo de ansiedad inconsumible,
un rostro de olímpicas líneas faciales,
un monumento de luz y de mármol
a la belleza, Afrodita de Melos.


Discóforo

Si hemos de buscar en tu legado
una escultura que, siendo clásica,
rompa todos los ejes, y mantenga
no obstante el equilibrio del volumen
en torno a un centro de gravedad,
es ese tu Discóforo, Hélade.

El escultor captó aquí al atleta
en el momento en que la contorsión
del cuerpo ha llegado al límite,
y se apresta a lanzar el disco:
el brazo derecho de extiende hacia atrás,
el izquierdo se balancea en el aire
buscando el punto de equilibrio,
como acontece también con las piernas,
que buscan la perfecta posición,
en tanto que el torso ha girado
en casi ciento ochenta grados,
y la cabeza se inclina hacia el suelo
presta a girar violentamente
cuando el disco haya sido despedido.

Uno se pregunta cuántas veces
debió Mirón realizar el intento
hasta que cuajara la escultura,
¡tan osada y llena de obstáculos
era la empresa que acometía!

Porque no sólo se trataba de hallar
las coordenadas del movimiento
y el desplace de los volúmenes
en el bloque de mármol intocado,
sino también de esculpir las formas
prácticamente en el aire,
sin un eje fijo de contención.

Lo genial de todo este conjunto,
es que la masa depone su peso
no sobre la pierna, como pareciera,
sino sobre el nudo de la contorsión.

 

                            Ulises Varsovia
                            de " Arqueologías" (2007) (inédito)

 

 

© Ulises Varsovia

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