Involución
Max Brooks
Traducción de Raúl Sastre Letona
Barcelona, Reservoir Books, 2020
por Álvaro Muñoz Robledano
Una manada (¿tribu? ¿grupo?) de bigfoots ataca una urbanización y mata a todos sus habitantes. Ya está. Ya les he contado la primera página del libro y el libro entero.
Pero ni siquiera les he asomado al abismo.
Max Brooks ha vuelto a construir la pesadilla perfecta, una trampa sin posibilidad de escape, cruel y sanguinaria, forrada de seda y recorrida por esa fibra óptica que nos protege de todo mal. Una trampa en la que la debilidad de los encerrados se hace más patente a cada página, aunque ellos, como en el mejor suspense, lo ignoran. Leyendo la novela, he sentido en muchas ocasiones deseos de gritar a los habitantes de esa urbanización para que tengan cuidado, como ocurría en los cines de antaño, cuando nuestros abuelos pensaban que lo que veían en la pantalla sucedía de verdad.
Quizás porque lo que se lee en Involución sucede de verdad y la trampa mortal es este salón, esta ciudad y el ordenador en el que yo tecleo o el ordenador en que ustedes leen. Como los personajes de Brooks, que sabe observar como pocos desde Zola, hemos perdido, en buena medida, el sentido de lo que la ecología investiga y de sus conclusiones; hemos pervertido la idea de relación con el entorno y hemos cambiado responsabilidad por dibujos animados, Si en Guerra mundial Z se despachó a gusto contra el modelo económico y social de especulación, ahora Max Brooks reclama un nuevo contrato social en el que seamos capaces de atenernos a las premisas científicas y aceptemos que la tecnología ni es ni nos hace invulnerables, y que Chip y Chop, incluso el pato Donald, son enemigos si les obligamos a competir por la comida.
Y lo hace con una prosa exacta, explícita, demoledora; una estructura sólida y perfectamente tramada; un estudio de personajes, sobre todo de sus coordenadas culturales, que nos devuelve al momento en que la novela decía realmente; el momento en que tenía importancia porque nos hablaba.
Involución nos habla con urgencia, con lucidez, con conocimiento de causa. Quizás por eso da tanto miedo.
© A.M.R.
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