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ariadna-rc.com    el año sin primavera

 

Cuando los faros abandonaron la bahía

 

faros

Cuando vi a los faros marchar supe que la primavera jamás llegaría este año. Cabizbajos con la espalda humillada y la linterna ciega, pensé que es ahora cuando algo como el Génesis sería bueno, algo que obligue a que los cielos se abran y dejen pasar la luz, a que los cormoranes vuelvan a los tejados y el ruido de las calles bañe muelles y acantilados. Cuando los faros abandonaron la bahía supe del esfuerzo ciego que realiza la luz por atravesar la bruma y de cómo en las noches en las que el temporal nos castiga, los faros tornan en seres livianos que parten en busca de aquellos que dimos por perdidos en la oscuridad, aquellos que sucumbieron al egoísmo de los necios y que al regresar buscarán el efímero calor de la luz refractada en las linternas. Cuando los faros se marcharon, pensé que ya nada nos protegería del fuego y que todas las galernas y borrascas llegarían ahora sin señal alguna dejándonos a merced de la estupidez y la ignorancia. Ni la máscara del tiempo ni la ingenuidad que limpia nuestras manos podrán hacer nada ahora sólo el coraje y el deseo de ser de nuevo torres de luz pueden defendernos del viento inclemente y la violencia eterna del océano.

Cuando los faros abandonaron la bahía busqué su gesto en los ancianos confiando en que podrían hacerlos retornar. Aún los vigilo de cerca buscando esa expresión de sal marina escondida en lo mas profundo de sus miradas. Hasta entonces aguardaré a que su luz regrese y me devuelva una primavera que jamás tuvimos.

 

© Pedro Díaz Del Castillo, abril de 2020

 

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