Castañas malvas
porJorge Tomás García
Otoño azabaleño
preñado de hojas secas.
De tus pequeñas manos
cayeron en las mías
doce castañas malvas.
Una vez recogidas las cenizas del tiempo,
y temeroso ante las ansias del deseo,
como haces de luces pletóricas y límpidas,
mi corazón horadan en su dulce penumbra
estas hijas nacidas de esa tierra feliz.
Y en noches atlánticas
torres de humo proclaman
el cálido refugio
del castañeiro de abril,
hacedor de milagros.
Su mirada busco allí ante la luz del fuego,
oracular y atávico anuncia la llegada
de sus pasos cortos y elegantes. En silencio
imita la caída silente de las hojas.
Todo queda en penumbra, tal amores frustrados.
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