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Cuando la noche habla / El día
porMario Alberto Vargas Rosales


 

Cuando la noche habla

Le preparo a la tarde su ausencia. Su silencio. Ya no estoy aquí, o quizá sí. Está lo que fui, el recuerdo que represento. 
Cuando busco de razones, simplifico los hechos y las palabras suceden, se oxidan y se pierden.
 La noche es para hablarse.
 Entonces y solo entonces me alcanzo a vislumbrar, fuera, nuevo y dictado a lo que me ha faltado que conozco.
Cuando la noche habla llega certera y sagaz.
 Me has perseguido amigo. Llegas a casa silencioso, meditando. Llegas y ya no sé si hablo de mí.
 Cuando la noche habla ya no se habla de mí, se habla de ti. Ya no existo como quisiera y hablo de ti amigo.
 Cuando la noche habla, me desplazo. Me voy a mi tierra.
 Si quisiera saber un poco de mí, extrañaría el canto de un reloj, tocaría con andares tus relatos y hasta entonces sabría qué es lo que pasa, cuando la noche habla.

 
 
 
El día
 
Ven corazón, hace buen tiempo.
Las hojas queman el sol, la hierba exhibe la luz y el viento silba. Pareciera la voz de un niño.
Ven ya corazón, que la tierra es fértil y es tiempo de sembrar, de sembrarnos.
Ven, corazón, que al final el miedo es parte del todo y todos añoramos la bienvenida.
La tierra ya te pisa los pasos y con tranquilidad manifiesta su alegre llanto.
¡Qué alegre está la tierra al verte!
Ven, que si no vienes, desaparezco entre la senda de lo deseado.
Uno desaparece comúnmente en sueños.
Uno lleva en las manos la noche de otro ser.
Ven corazón, que ya te miro y te hallo cercada de nuevos arbores, llena de sombra y sin olor.
Volaremos amor. De nuevo volaremos.

 

 

 


© Mario Alberto Vargas Rosales

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