Poesía y pintura
porJosé María Banús
…Tántalo en fugitiva fuente de oro.
Francisco de Quevedo
Extrañas son las mariposas en sus espaldas más desvencijadas.
Dime, dime qué reunión más verso nos dará cobijo
bajo alas o descuido de un firmamento tan cauterizado.
Dime tú, girándula ambidiestra,
siniestra esquirla de luz o buque
que ahora más que nunca moras y te escondes
apostada en las arboladuras quietas con mudo anonimato.
Sé verde, séme fiel, te digo,
séme tan frágil como un cristal de inocente hueco,
nubes no amarradas, amor o nylon
que nocturno derramábase por la hermosa cicatriz cimera de un enjambre llorado.
Entrégate a las verdaderas aguas mecedoras de ti; metálicas
que desafían al alba
el profundo corte de la mano o párpado. Aúlla, ausente Maldoror,
breve ser de transparencias, aúlla
como el amanuense próximo, como el cadalso de una crin que humea vida
en esta espesura octogenaria proclamándote bella.
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¿Las oyes cómo piden realidades?
Pedro Salinas.
Nacido entre horizontes malvas
y afilados tan contemporáneos, pienso yo,
reclinado sobre ésta lágrima de papel aún no escrita,
quieto de mí, lazado al mástil del vivir que sueñas,
en la absurda levedad sostenida por el mundo.
Mundo sin alas de céfiro, tensado, no de piedra. Mas
un espacio que se ama la tristeza
aviva voces, lastima el verbo, construye
un tiempo enlevitado antes de rutina. Y sólo tú
o los labios trenzados saben qué se engarza al instante divino.
Luces de perdones y varices nos emigran. Lloramos
y vivimos, y mesamos las horas como si de la última
luz perlada se tratase. Pero hay que fingir, abandonarse,
desoír la caída en vuelo fúnebre de los cormoranes
latentes, salvajes de un sólo cielo, titanes
que un sólo grito, deletéreo, se pensó útil en la distancia
pulcra de dos meridianos extintos. Es el ámbito
al vacío un tacto emético, desinteresado de sí que late.
Si cambiaran las estrellas el sonido de sus cuerpos
cuando arden, su tan áspera veste en movimiento
esculpiría, en esta esfera de gas y dulce muerte,
nuestra voz con circonita. Algo como tú, luna
joven siempre tímida, de esperanza más que lenta,
célica y mortal; vivaz escarcha
que se ata palpitante a un tiempo ido
vuelves arrinconada de luz como bella prófuga
y descubres en lo callante
las huellas estimulantes de lo no pisado.

Le désespoir n'a pas d'ailes.
Paul Éluard
No se trata de mí, efebo impúdico,
ni de la espesura marcapaso o la turbina dorada en arco
pues los versos tensados aferran vida. Escúchame:
la perfección es algo tan interesante como la versatilidad de una línea recta
pero tú insistes tus cromados en el cultivo desovado del aire,
el gladiolo quince, la cordura,
los meridianos no plegados cuando lloran gavilanes por verte nacer
bajo el signo esquizoide de Afrodita. Y es todo
lo que arriba y no se nombra,
toda esa vernácula llameante y ecuestre que traspasa muy líquida
la espina comba estrangulada de Marzo;
esa gota de música tallada en vilo que nos dará la vida o el amor para decirla.
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