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  EL PIE SIN HUELLA

Primera Parte (Fragmento)

I

Después, a toro pasado, alguien que bien podía ser uno mismo quizá acertara a reprocharme por qué había aceptado aquel caso. Al fin y al cabo, existen mejores formas de ganarse la vida que husmear entre la propia miseria y, que yo recuerde, nadie me puso una pistola en la boca. Quizá Sandra tuviera razón y yo no sea más que un idiota romántico, un memo sentimental, después de todo. Y aunque llevaba casi dos meses sin nada que hacer, cruzado de brazos en la oficina, la verdad, no sé por qué no acabo de tragármelo.

Por aquel entonces había dejado el alcohol y el tabaco, o mejor dicho, fueron ellos los que me dejaron a mí al borde de la cirrosis y la bronquitis crónica y, como un par de malas novias, sin más recuerdos que una úlcera de estómago y una espléndida tos matinal de cuatro tonos. Había cambiado los puros y los whiskys por los caramelos de menta, los cafés, los zumos de fruta y otras cochinadas por el estilo. El resto de mis malos hábitos no había sufrido cambios sustanciales: comía cualquier cosa, generalmente solo, en el bar gallego de la esquina, o bien encargaba una pizza por teléfono. El teléfono era uno de esos cacharros megalíticos que se quedaban sin batería en el momento más inoportuno y que recibía el nombre de móvil por una simple cuestión de comodidad semántica, pues el armatoste no sólo pesaba lo suyo (tenía que llevarlo a todas partes metido en una chaqueta, a no ser que quisiera que me tomaran por un espía soviético de los viejos tiempos) sino que además me lo solía dejar olvidado en todas partes. No me gustaba nada aquel invento, soy uno de esos tipos prehistóricos que prefieren las máquinas de escribir de hierro y las secretarias rubias a los ordenadores y los expertos en marketing, pero, qué le íbamos a hacer si me habían cortado la línea por falta de pago. Estaba atravesando lo que un pobre eufemismo denomina “una mala racha”, incluso había tenido que prescindir del servicio de limpieza en la oficina, con lo que las cucarachas vivían días de gloria. De vez en cuando una de ellas asomaba por una rendija del rodapié, curiosa, indiscreta, fisgona, y observar sus exploraciones me parecía mucho más divertido que mirar la tele en el gallego. Por otra parte, cuando me hartaba de insectos rastreros siempre podía deleitarme ante la límpida danza del señor Rodríguez y su doble.

El señor Rodríguez era un pez luchador tailandés que me había regalado Sandra, una diminuta furia roja y acuática que ponía la única pincelada de color en la monotonía más bien gris de mi oficina. Sandra había leído no sé dónde, probablemente en una de esas revistas femeninas, que un pez solitario acaba enloqueciendo o muriendo de melancolía y me había hecho colocar, junto a la pecera, un pequeño espejo. Así, el señor Rodríguez, digno representante madrileño de una de las especies más belicosas del planeta, evolucionaba entre la fantasía coralina y la flora de plástico de la pecera en busca de un enemigo espectral, huidizo, infatigable. Podía quedarse quieto horas y horas, hipnotizándose a sí mismo, escudriñándose minuciosamente mientras flameaba sin esfuerzo: un coágulo de sangre al que, de repente, le brotaran alas. Sandra dijo una vez que aquel pececillo colorado y su perpetua danza le recordaba a mí y llegó a insinuar que, más adelante, cuando me fueran bien las cosas, debería adoptarlo como símbolo y grabarlo en la chapa de metal de mi puerta. No sé si lo decía en broma o en serio, no sé si refería a la

incesante persecución de un fantasma o a su perenne aire de mala leche, pero a mí el señor Rodríguez, con sus bruscas idas y venidas y su perpetuo mal humor me parecía un pobre gilipollas, un matón de pecera siempre en busca de bronca.

 

El pie sin huella

Pedro Díaz del Castillo
Álvaro Muñoz Robledano
Juan Manuel Navas
Rafael Pérez Castells
Antonio Polo
Antonio Rómar
David Torres
Jesús Urceloy

Amargord Ediciones, colección Cana Negra nº 13
1ª edición Madrid, Febrero 2014
ISBN - 978-84-942148-9-9
Depósito Legal: M-2971-2014

PVP: 14 euros.

Disponible en Editorial Amargord
y en diversas librerias en la red:

http://amargordediciones.es/producto/el-pie-sin-huella-vv-aa/

 

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