HARTO DE DAR PATADAS A ESTE BOTE
Jesús Urceloy
De la luna Libros. Mérida, 2010
por Álvaro Muñoz Robledano
¿Sonetos?
¿A estas alturas?
Definitivamente, este hombre no se ha enterado de nada.
No se ha enterado de que estamos en un sistema poético distinto, lejos de la rima y la estructura rígida que imponen por sí mismas un sentido al poema. Ni se ha enterado de que para según qué discurso hemos optado por registros conversacionales, cuando no definitivamente vulgares, con los que demostrar la inutilidad de la cultura como experiencia vital. Los sonetos han quedado como tablao de exhibición para malabaristas botarates engreídos (JS) o bufones palaciegos, conservados en naftalina y también engreídos (AU). Al fin y al cabo, contar sílabas, buscar palabras que rimen, y pergeñar con ello un poemilla de emoción prescrita no es tan difícil.
Quien quisiera escribir sonetos hoy en día, tendría que tener en cuenta que estaría colocándose al margen, decidiéndose por la erudición, por las decenas de variaciones rítmicas con las que abrir la lectura del poema, por la escritura del poema, sea cual sea, dentro del soneto, y no por la escritura del soneto a costa del poema. En catorce versos caben la burla, el amor, el pasado, la pornografía, la ternura y cualquier música; en catorce versos cabe todo menos lo esperable, la chapita en la solapa o el pisacorbatas del señorito.
Y ahora viene Urceloy y se marca unos sonetos con los que reir, con los que callar, con los que irse a la cama o al aeropuerto, con los que jugar y renegar del juego. Así, desnudo y sin despeinarse, guiñando el ojo sin declarar si es cachondeo o complicidad entre perdedores.
Si es que no se entera.
Por suerte para nosotros.
© A.M.R.
|