LA P R O S A


 

La ruta
por Nicasio Urbina

 

Federico necesitaba urgentemente conseguir algún dinero. No podía perder más tiempo. Empezaba a sentirse incómodo, irritado, y le dolía la cabeza. Tina parecía tranquila y hacía rato no decía una palabra. No estaba enojada. Federico conducía despacio por la avenida y se mordía en labio inferior. A lo lejos vio el rótulo de un hotel. Miró a Tina con la cabeza inclinada y abrió un poco más los ojos levantando las cejas. Tina se encogió de hombros rápidamente y se mordió una uña. Era un hotel como todos los hoteles baratos, de dos pisos, con puertas al corredor exterior y ventanas de medio cuerpo. Federico entró en el estacionamiento y le dio vuelta al edificio, estacionándose en la parte de atrás. Desde donde estaban podían ver todo un costado del edificio. Esperaron unos minutos. Se abrió una puerta del primer piso y salió un hombre. Se encaminó a la oficina. Regresó con un recipiente con hielo y varios vasos. Al entrar dejó la puerta abierta. Federico le hizo una señal a Tina y salieron del coche, rápidamente cruzaron el estacionamiento, y entraron en la habitación. Con su voz ronca Federico les ordenó tirarse al suelo con las manos en la cabeza. Los amenazó de muerte y escupió. Los hombres se miraron entre sí. Federico volvió a gritar y los amenazó de nuevo. La pistola que sostenía en la mano tembló levemente. Los hombres se tumbaron boca a bajo y Tina empezó a recoger. Se acercó al primero y metió la mano en el bolsillo trasero cuando sintió en el oído un estampido. Federico quedó paralizado con una expresión muda en la mirada. Cuatro detonaciones lo hicieron cambiar de posición y de semblante y finalmente rodó por el suelo. Tina se pegó a la pared lateral y contuvo la respiración. Uno de los hombres la apuntaba con su revólver. Levantó las manos. Otro de los hombres sacó unos grilletes y se los puso en las muñecas. De debajo de la cama sacó un maletín lleno de dinero y por un aparato de radio explicó lo que había sucedido. "No, no es de la gente de Moncada" decía, "es un simple adicto buscando algo de dinero." "Crees que todavía llegarán," preguntó la voz al otro lado de la línea. "No lo creo," contestó el hombre, "tantos meses de trabajo perdidos."

 Del volumen de cuentos de próxima aparición El ojo del cielo perdido

 © Nicasio Urbina 1995

 

Nicasio Urbina (Buenos Aires, Argentina, 1958). Escritor, catedrático y diplomático nicaragüense. Cursó estudios en la Universidad Católica de Lovaina y en la Universidad Central de Barcelona. Obtuvo su licenciatura en español en la Universidad Internacional de la Florida, e hizo su maestría en esa misma institución, en Enseñanza de Lenguas Modernas. Luego cursó sus estudios doctorales en la Universidad de Georgetown, en Washington, D.C., graduándose en Literatura y Lingüística Hispánica. Ha publicado una colección de cuentos titulada El libro de las palabras enajenadas (San José: Educa, 1991), y un libro de crítica literaria La significación del género: estudio semiótico de las novelas y ensayos de Ernesto Sabato (Miami: Universal, 1992). Ganó el Premio Internacional Rubén Darío 1995 con un libro titulado La estructura de la novela nicaragüense: análisis narratológico  (Managua: Anamá, 1996).  Como poeta ha publicado Sintaxis de un signo (Managua: Decenio, 1995). Sirvió a su país como Embajador de Nicaragua ante las Naciones Unidas, y actualmente tiene la cátedra de Literatura Centroamericana en la Universidad de Tulane, Nueva Orleans, donde vive con su esposa Elaine y su hija Francesca.

-- Nicasio Urbina, Ph.D.
Associate Professor
Graduate Studies Director
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