VERSOS
Salmo 38
Jesús Urceloy
De repente la noche estaba llena, llena de pájaros tristes, negros, puntiagudos, y a su sombra la terca andadura de mis pasos hendía su presencia, amigaba su gesto de reposo impaciente: negros pájaros todos, negros perfiles negros. La calle se habitaba de mi sombra, mi sombra era el eco, el paisaje, le lentitud de un vuelo: extendí mis dos brazos hasta tocar los muros, puse en puntas mis pies, descalzos, doloridos, quise volar, tan sólo volar, qué poca cosa. Fue tan breve aquel viaje, pero tan necesario; volar, qué poca cosa, alzarse de la niebla, rozar los altos muros donde duermen los otros, donde a menudo duermen la soledad y el miedo, donde sortea el alma al deseo a menudo. Volar, qué poca cosa: tan breve que la vida se pulsó en mis tobillos fuerte, rebelde y seca, dio el empuje preciso en la ingle desnuda, abrazó con rudeza la cintura, premió con el prodigio un salto: su belleza tan libre. Poco duró, qué poco, pero qué alta mi sangre, qué libre aletear para tan torpe cuerpo, qué torpe la imprudencia del aire hacerme pluma... Toda la noche estaba llena de voces negras, pájaros de ojos negros, muertes de negras plumas. Mi sombra se alejaba ya perdida y yo muerto me senté, sonreí, quise llorar... ¿Y el día? |
© Jesús Urceloy
Jesús Urceloy ( Madrid, España, 1964). Ha publicado Libro de los
Salmos
en 1998, y sus poemas están incluidos en la antología Feroces (1998).
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