í n d i c e  d e l  n ú m e r o

 

El refutador
Santiago Cobo Quevedo

Prólogo de David Torres
Palma de Mallorca, Sloper, 2019


por Álvaro Muñoz Robledano

Horizonte de sucesos

Seamos serios: no hay misterios en la literatura, salvo la literatura. Demasiadas leyendas de plexiglás nos tragamos a diario, y no hay plato de sopa en el que no naden cuatro cinco escritores que se proclaman (a voces) secretos. Nada importan sus peripecias. Lo que queda es el resultado de trazar caracteres en negro sobre el blanco de la pantalla. Y, dentro de lo escrito y fuera de plano de cualquier imaginario a la venta en Amazon, está Santiago Cobo.

Hace años me devoró su primera novela, La punta Ugine, como si el monstruo de piedra que insinuaba se hubiera desgajado de la pared de mi cuarto y se me hubiera echado encima. Ahora, casi veinte años después, las setecientas veintiuna páginas de El refutador me asedian como una pesadilla de lucidez. La escritura es (aún) más densa, aunque también más sinuosa, más entregada, si cabe, a la disolución del estilo en el hecho de escribir. El cuidado con que cada frase está compuesta, incluso aquellas en las que la velocidad finge un anacoluto, aunque baste con un toque de freno para descubrir la armonía de las disonancias; el cuidado de cada frase, decía, nos hace comprender que hay un barroco necesario, un barroco que es una manera de entender la militancia.

Novela de fantasmas reales y de retazos de insomnio inseguro, que transcurre en escenarios a medio construir, o a medio derruir, de límites en penumbra y en los que el miedo lo provoca su realidad de economía y de quiebra. Porque Santiago Cobo escribe sobre la quiebra de un sistema financiero que quizás no haya existido nunca, pero que ha tejido sus redes en el sueño; unas redes a través de las cuales se observan las relaciones entre la locura y el poder, entre la enfermedad de los poderosos y la sumisión de los enfermos. Nadie espera en estas páginas sino la violencia, que se ejerce esperando, esperando, esperando…

Empleamos la palabra “reto” con mucha ligereza. Yo el primero. Pero he de pedir perdón por no haberla reservado para este libro intransigente e inmisericorde con el lector. No hay guiños, no hay explicaciones, no hay carnaza. Hay narración diez pasos más allá de lo que suponemos que es narración; hay profundidad de campo y resistencia a lo lineal.

Hay una alternativa real a la novela, ahora que anda (casi) todo el mundo resignado a repetir la de siempre.

© A.M.R.

 

©Alvaro Muñoz Robledano Nació en Madrid en 1965. Se licenció en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado los libros: “Fotografías junto al pecio” (Málaga 1991), “Hoteles” (Madrid 1996), “Cuartel de Invierno” (Madrid 2000), "Salvoconductos" (2006) ganador del III Premio Café MOn. Colaborador de ariadna-rc desde sus comienzos donde ha publicado su "Breve historia de la lucha de clases" (2003) y "Notas para un tratado de botánica de la oscuridad" (2007) junto a Pedro Díaz Del Castillo.

86ariadna