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Cuatro poemas
porAsunción Blanco De La Lama

 

El largo silencio

Lentamente, el tiempo va poniendo las cosas en su sitio.
Todo encuentra su lugar:
las cartas que nunca se leyeron,
las fotos polvorientas,
las puertas sin llave,
los cajones vacíos y destartalados,
la música del violín desvencijado,
las películas en blanco y negro,
el primer televisor,
el circo y sus leones,
Charlie Rivel aullando,
los sueños olvidados,
los héroes de la infancia,
Guillermo Brown, Astérix,
Shakespeare y La Divina Comedia.
Todo tiene su respuesta,
su porqué,
su lógica aristotélica,
después del largo silencio,
que a veces es la vida.

 

El bosque

Tiene el bosque la magia de lo ignoto,
donde se esconden los druidas con sus pócimas,
los duendes con sus amores perdidos,
las hadas pálidas y tristes.
El bosque es misterio y laberinto.
con caminos intrincados y polvorientos
donde se pierden los prófugos y aventureros.
En el bosque no hay leyes ni banderas.
Solo lagos donde se ahogan los monstruos

El paraje ignoto

Aquellas lecturas de ayer hoy me abordan:
Guerra y paz, Ana Karenina, Cumbres Borrascosas.
Me retrotraen a un paisaje más lento que el de ahora.
Una luz que venía de lo lejos
                     alumbraba el espacio de los sueños.
Cuántas ciudades he visto,
cuánta gente he conocido,
cuántos amores he vivido,
en cuántas estaciones me he parado.
Sus vidas se cruzaron con la mía,
sus casas me acogieron en la noche.
Aquellas lecturas trajeron a mi vida
un río, una montaña, un pájaro azul
y un paraje ignoto en el que habito.

 

Mayo 1976

Era mayo de 1976.
Las 6 de la mañana.
Un día claro y nítido.
Por la ventana entraba el canto de los pájaros.
Un libro abierto sobre el sofá.
Mis últimos exámenes de bachillerato.
Yo era adolescente
y tú ya habías cumplido los 60 años.
Quizás por eso no percibí tu dolor,
ni oí la sirena de la ambulancia,
ni presentí el olor del sufrimiento.
16 años son muy pocos
y la amenaza de un examen
marcaba todo mi horizonte.
¡Bendita inconsciencia de la juventud!
Hoy me acompaña el recuerdo de aquel día
en que no supe vislumbrar la sombra de la muerte.

 

 

 

© Asunción Blanco de la Lama

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