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3 poemas
por Antonio Leal

 

Once de la mañana en la habana

Son las once de la mañana,
-hora diáfana-,
bajo las frondas
donde uno de estos dìas esplenderà
el solsticio del estìo ya antepuertas.
Un alud de nostalgias se arracima en el alma,
justo al pie del busto de màrmol de Martì,
que sufre un rayo en la cara,
la huella de un latigazo del tiempo,
una cicatriz,
una cuarteadura
que le nace cerca del ojo izquierdo
y llega a morirle
en el lado contrario
de la barba.
Buenos dìas poeta Josè.
Buenos dìas màscara del dìa.
Buenos dìas pedazo de azulcielo
que en añicos caes,
esta fresca media mañana,
sobre el embaldosado de la ancha senda
que como cubierta de una barcaza
el trazo de su derrota navega
aguas arriba,
hacia donde ahora riela,
a toda bandera,
la bahìa de La Habana.
El corazòn da tumbos contra todo,
avanza a marejadas,
se revuelca en la tierra
sin importarle nada
sì llena el pantalón de mugre,
danza alegre
entre la epifanìa
del aire de la alameda ancha.
Buenos dìas melindre,
buenos dìas
desasosiego de las bancas,
buenos dìas
nicho arqueado
de altas ramas,
a los àrboles
que igual que yo
van a alguna parte
en el sentido opuesto al mìo:
¡Dios los guarde!
Buenos dìas al niño
que arrastra puerilmente
al padre,
para la abulia quitarle
del comienzo de una mala jornada,
con la medicina de un paseo
sano
por el parque.
Buenos dìas nostalgia,
monserga que dormitas
y temprano maquillas las cornisas
en donde parece
que el tiempo nunca pasa;
buenos días al fierraje de las fachadas
traìdo más allá de otros mares.
Buenos dìas a las ropas blancas,
que como banderas ciegas
ondean arriba,
sobre las altas
barandas;
al santoral anònimo
de camisas
y faldas;
a los edificios abrigados de arte
de La Habana Vieja,
abandonados por temor a derrumbes,
patrimonio del chanchullo,
de la equivoca molicie
y sus fantasmas.
Buenos dìas a los techos
y remates
repujados de gárgolas,
duendes
y sirenas,
donde cada vez,
la bombarda de las lluvias
y el azote de huracanes,
año tras año los acaba.
Buenos dìas al ìcono del Chè Guevara,
con su gorra negra eterna,
sobre su frente limpia
y franca,
que como indeleble bandera
tremola todavía
a toda vela, en una barda
aledaña al Paseo Martí.
Buenos dìas camarada màuser,
le digo,
en un verso memorable de Maiakovsky.
Buenos dìas mes de junio,
plenilunio
de tibias pavesas rezagadas.
Buenos días,
me digo,
musitando mìo,
-mientras al mar camino,-
el tetragrama aùn sangrante
del Chè que en la pared proclama:
¡Hasta La Victoria Siempre…!

 

Desde el alcázar Ulises mira las sirenas


¿A qué loco no lo atan? Bien hacéis. Escila hermosa,  Caribdis, sagradas sirenas del negro golfo,
altos montes de Trinacria: decid a voces que Ulises,
dándole el viento sus alas, entre Caribdis y Escila,
atado y vendado escapa de vuestros riesgos, porque
no quede al mundo enseñanza, que así se huyen los,
extremos de la hermosura y la gracia.
Pedro Calderón de la Barca

A  la familia del tío Pepe Beutelspacher, dueños desde hace más de un siglo del alcázar de estilo inglés, frente al puerto de Salina Cruz, Oaxaca, en el Océano Pacífico, México.

 

Desde el alcázar hecho en el remate
de la estribación de uno de los cerros;
a unos tres mil metros del mar distante,

y a varios de ellos sobre el terraplén
de la calle en esta hora desierta,
un zureo de palomas despierta

el trajín de la ciudad. Clap, clap, clap,
clap, lanzan su vuelo en picada como
una bandada de pañuelos muertos.

A babor, casi a un tiro de piedra
de nuestra almadía mecida apenas
por una tenue racha de aire fresco,

como pedazos de un carbón lustroso
beben los zanates la luz del día.
Leva anclas la mirada entre tanto

revuelo de alas. Mogotes de plumas
llenan el pentagrama de los techos
de láminas de zinc. Currucutú,

clap, clap, clap, clap: ahora, desde las tejas
ocre-malvas de los techos contiguos
a la casa que data más de un siglo.

En la suave piragua, a sotavento,
que es la hamaca en que hemos dormido,
cautiva todavía ver la luna

colgada como una medalla antigua,
como un fruto del árbol prohibido
de los sueños, pálida en el cielo

de esta mañana ambigua que comienza.
En la prosodia de este poema
escrito entre las hojas de un cuaderno

que sólo puede hojearse cara al viento,
desde el alcázar donde Ulises mide
el lontanar esta mañana insomne,

vahída y rasante, también se atreve
la mirada lanzarse al vuelo sobre
el caserío que avanza hacia el mar.

Aquí, desde el escarpe arrebatado
a una de las laderas del cerro,
desde este lápiz semejante a un mástil

que cabecea en intrincadas olas,
canoras sirenas laudan: ¡Thalassa!,
¡Thalassa!, que en este verso relumbra

como un gran animal azul dormido. 

 

En memoria del mundo


Mi mundo,
... es el mundo de la sonrisa en labios ajenos.
Pero quien viene a mì,
aviva el sentido de la naturaleza
que vacìa su espejismo en el sueño,
y entonces,
como todos,
invento mi propio sueño,
vago y vagan conmigo
los màs grandes árboles,
y cuando las plantas brotan
con las primeras de las lluvias,
duermo.
Alguna flor alarga sus frágiles brazos,
endulza el aire
de las vaporosas orlas del recuerdo,
alienta luminosas visiones
llenas de vida.
He aquì
la temporada màs vasta
que se ha pasado en el mundo.
Sueño ahora en el porvenir
de la corriente de un rìo,
y otra vez,
en la àrida oscuridad,
la danza fecunda el aire,
una estrella atraviesa el espacio,
y silenciosamente,
casi entre mis manos,
la tormenta baila en el paisaje.
Nada alcanzo a decir
después de haber visto la niebla,
la agria niebla que llega
desde puertos distantes
y penetra los muros de esta ciudad ciega
en donde habito.
Soy pasajero nocturno de mì mismo,
y a dondequiera que voy,
tengo la claridad justa de mi nombre.
Pero ven a mi llegada,
ven, tù,
habitante de ojos desiertos.
Ven a mì,
que se abran tus labios,
pronúnciame,
dime del viejo polvo
de estos dìas que no seràn,
y después,
acaba tu palabra,
oye el rodar incierto de tu làgrima,
no intentes ahora acariciar
la hùmeda presencia de la vida.


 


© Antonio Leal, Nació en Chetumal, Quintana Roo, en 1952. Poeta y sociólogo por la UNAM. Fue miembro del Taller Literario de Juan José Arreola y becario de poesía del Centro Mexicano de Escritores. Algunas de sus obras son: Duramar (UNAM, 1981), Canto Diverso (La Tinta del Alcatraz, 1995),Poemas Provinciales,(El taller del autor),Pontevedra, España 2004), Thalassa (siglo xxi editores, 2008), La fauna exaude (Conaculta, 2012. Aparece en varias antologías , entre ellas: Cinco poetas jóvenes (SEP, 1967).Tiempo vegetal. Poetas y narradores de la Frontera Sur. Ed. Gobierno del Estado de Chiapas, 1983.  Recuento de voces. Programa Cultural de las Fronteras, SEP. 1987. Quintana Roo: una literatura sin pasado. CONACULTA, 1990. Antología general de la poesía mexicana. Poesía del México actual. De la segunda mitad del siglo XX a nuestros días , dos tomos. (Océano, 2014). World Poetry Yearbook 2015. Ha participado en encuentros literarios en España (2005), Chile (2005), XII Festival Internacional de Poesía, La Habana, Cuba 2007, XXVIII Congreso Mundial de Poetas convocado por la Unesco, Acapulco, México, 2008. VII Encuentro Internacional de Escritores, Costa Rica 2010. Becario de Creadores con Trayectoria por  CONACULTA y Gobierno del Estado de Quintana Roo, 2010. Su obra poética ha sido traducida al catalán, francés, inglés y portugués. Se le considera el iniciador de las letras contemporáneas en Quintana Roo. 

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