í n d i c e  d e l  n ú m e r o

 

Roy y las pequeñas cosas

por Alejandro Pardo


Desde su primera novela, El dios de las pequeñas cosas, Arundhati Roy es ya una escritora consolidada. Esta obra, posee personajes y diálogos que reflejan la naturaleza humana, la voz narrativa está guiada por una belleza mágica que ilustra las situaciones que enfrentan los protagonistas.

La trama tiene que ver, en parte, con el colonialismo en un país siempre multinacional, cultural, religioso y de polarizados contrastes socioeconómicos. Muestra desde sus adentros un sistema de castas que sin ser del todo ajeno en occidente, parece arrancado de otra época. Como Roy comenta, “la India vive en varios siglos simultáneamente”.

La historia se desarrolla principalmente en el país asiático durante el año de 1969, cuando se reincorporaban titilantes luego de varias guerras y la sociedad se debatía entre religiones y modelos socioeconómicos. Ilustra cómo la guerra causó que adoraran a sus conquistadores y se despreciaran a sí mismos.

Cuando el imperio británico se impuso, los vencidos, estaban por una parte recolectando los pedazos que solían conformarlos y por otra, adornándose con la cultura nueva que los conformaría. De acuerdo con Chaco (1), ellos (refiriéndose a su familia) como la mayoría en el país, eran anglófilos, aunque claro, les incomodaba admitirlo.

La novela, se desarrolla en Kerala, estado ubicado en el sur de la India. Escenario en donde se esbozan temas propios del lugar y la época como el comunismo, el cristianismo, el colonialismo y el sistema de castas, que pese a ser más añejo que el propio país, parecía recargado después de la conquista. De este resultó una especie de determinismo afectivo que establecía a quién se quería, cómo y cuánto. 

Los hermanos gemelos Estha y Rahel,  protagonistas absolutos en esta historia de vencidos, provenían de una familia de clase alta que poseía una fábrica de conservas. Crecieron en una época en que la tradicionalidad y modernidad del país parecían fundirse. Un día, su abuela a quien llamaban Mamachi, les contó que cuando ella era chica, “los paravane (2) tenían que retroceder de rodillas, borrando sus huellas con una escobilla para que los brahmanes o los cristianos sirios no se volvieran impuros al pisar sin querer sus pisadas. No se les permitía tocar nada que los tocables pudieran tocar. No se los permitían ni en las castas Hindúes ni en las cristianas. Ni a los demás intocables andar por la vía pública ni cubrirse la parte superior del cuerpo ni usar paraguas”.

Vellya Paapen, quien vivió durante esa época más represiva, había sido siempre empleado de la familia. Además de leal, era muy sumiso, no así su hijo Velutha quien era amigo de los gemelos y un trabajador muy valorado al poseer diversas habilidades. A su padre no le gustaba su actitud y de haber un conflicto, estaría de lado de los jefes, finalmente tanto su hijo como él, eran paravanes.

“Aparte de ser un experto carpintero, Velutha era muy hábil con las máquinas. Mamachi (con la impenetrable lógica de los tocables) decía que era una pena que fuese paravan, porque habría podido llegar a ingeniero”.

Tío de los gemelos y padre de Sophie.
Casta en el sur de la India que servía originalmente a la dinastía Pandya.

Cuando los ingleses llegaron a Kerala, muchos paravanes, pelayas y pulayas (3) adoptaron la iglesia anglicana para “escapar del flagelo de la intocabilidad”. Les dieron además comida y dinero pero pronto los obligaron a tener iglesias, ceremonias e incluso sacerdotes separados. Y cuando llegó la independencia, encontraron que no tenían siquiera acceso a prestaciones estatales para intocables, puesto que al ser cristianos, habían sido despojados del sistema de castas. “Era algo así como tener que borrar las propias huellas sin escobilla. O, peor aún, que ni siquiera se les permitiese dejar huellas”.

Y además de haber sido despojados del orden legal preestablecido, ni ellos ni nadie perteneciente a la casta que fuese, podía saber bien lo que estaba pasando. Durante la guerra, los ojos de la objetividad se nublan con el humo de las bombas y los oídos se pierden en la inmediatez del crujir de las balas. Estaban “atrapados fuera de su propia historia, enfocada en dirección equivocada e incapaz de desandar el camino porque sus huellas habían sido borradas”.

”La historia es como una casa vieja durante la noche. Con todas las lámparas encendidas. Y los antepasados susurrando dentro. Para comprender la historia, debemos entrar y escuchar lo que dicen. Y mirar los libros y los cuadros que hay en las paredes. Y oler los olores. Pero no podemos entrar, porque han cerrado con llave y nos han dejado fuera. Y cuando miramos por las ventanas, no vemos más que sombras. Y cuando intentamos escuchar, no oímos más que susurros. Y no podemos entender los susurros porque nuestras cabezas han sido invadidas por la guerra. Una guerra que hemos ganado y hemos perdido a la vez. La peor clase de guerra. Una guerra que captura los sueños y los vuelve a soñar”.

Por otro lado, la invasión y conquista en armas del imperio británico, produjo efectos contradictorios e imperceptibles. Las personas estaban encantadas por un lado, con la llegada de la televisión y los programas extranjeros, por otro, incapacitados de conocer su propia historia porque todo era muy reciente y la transculturización de la colonia, había encontrado formas más sutiles de operar.

Los conflictos comienzan a desenmarañarse con la visita de la prima británica de los gemelos, Sophie Mol. A quien los familiares de la India, parecen querer por ser blanca  y británica, es a partir de entonces, cuando Roy comienza a plantear y empapar con todo el tema de la colonia y el establishment de las relaciones afectivas a los personajes.

Después de la guerra, la nación, se volvió todavía más diversa y compleja, los cánones de belleza se volcaron hacia estereotipos occidentales que comenzó a ser evidente en el cine y la televisión. Tal es el caso de la película Popeye que generó gran expectativa en la historia y formó parte de una escena.

Ante esta, Roy reflexiona y concluye que de conocer a Esta Y Rahel, el capitán Von Trapp no podría quererlos porque no eran blancos, ni limpios, hacían pompas con saliva y balanceaban sus piernas. Y como era de esperarse, Amu y bebé Kochamma (4) trataban de que los gemelos se comportaran como niños occidentales bien educados. Era como sí quisieran parecerse a las personas de las películas norteamericanas. Asimismo, el idioma inglés, se hablaba cada vez con más frecuencia, incluso entre personas que tenían como lengua materna el malayalam.

A pesar de la intimidad con que Roy muestra las heridas de los personajes y la nación desde el principio, es hasta que una historia de amor que transgrede las fronteras de lo establecido se pone en escena cuando se logra ver las entrañas primero a flor de piel y luego en plano cenital.

La historia que soñó con recalar en un mar de esmeraldas, termina violentada y aniquilada por los secuaces de la historia. “Enviados a cuadrar los libros y hacer pagar a los que transgredían sus leyes. Impulsados por sentimientos que, aunque primarios, paradójicamente, también eran impersonales. Sentimientos de desprecio que nacen del miedo embrionario, no reconocido, del miedo de la civilización ante la naturaleza, del miedo de  los hombres ante las mujeres, del miedo del poder ante la falta de poder”.

Y mientras toda la trama se desarrolla, el dios de las pequeñas cosas que nace de las decisiones tomadas con lo poco que se sabe y lo mucho que se ignora, hace sus apariciones. La novela es “un rayo de sol cuya compañía fue demasiado breve”.

¡Naaley!

 

(1) Tío de los gemelos y padre de Sophie.
(2) Casta en el sur de la India que servía originalmente a la dinastía Pandya.
(3) Castas en la India.
(4) Ammu es la madre de los gemelos y bebé Kochamma la tía abuela quien está llena de prejuicios raciales.

 

 

© Alejandro Pardo

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