índice del número

 

 

Sala de espera / Muchos años después
porMarcos Rosenzvaig

 

 

SALA DE ESPERA

 

Con elegancia virreinal
los hilos van y vienen
hasta entretejer un paquete de confitería.
Uno escapa de los dedos ágiles
y envuelve el anillo terrenal.
Sobre ese camino luminoso
marcha una caravana de abejas
sin alas
todas ellas
fugadas del panal.

Los amantes giran su juventud
alrededor de la alianza de oro,
se prometen recostados en la alfombra mágica,
encendidos se lanzan
del estribo de un tobogán.

Un hilo largo envuelve a la tierra
como el anillo
el temblor de los amantes.

El hombre es un viandante del sedal.
Las abejas giran fatigadas
alrededor del anillo de compromiso
hacen malabares colgadas del brillo del oro.
Una araña cruza la luna,
como una persona tardía la pantalla de cine.
Las patas ladronas tejen un ovillo de aire azul.

Mi gato entra por la ventana.
Y me dice: ¿no viste mi cuerpo?
Cómo explicarle lo incomprensible.
No besé a mi padre, ni a mi madre, ni a mi hermano, ni a mi gato antes de morir.
¿Por qué nadie me enseñó a besar?

 

········

Muchos años después
la inmigrante toma el mismo subte
con estudios clínicos bajo el brazo.
Se aferra al pasamanos
y se da cuenta que se resbala
porque es de plastilina,
como la humedad del cabello
los días lluviosos,
las veredas nuevas,
el idioma nuevo,
el país nuevo,
su antiguo trabajo,
sus piernas fibrosas
y sus estudios clínicos.
Desciende
la escalera mecánica,
el charco sin saltarlo.
La muerte llegará con zapatos y pasamanos cansados,
ella entregará su mano mojada de lluvia,
alguien le quitará los anillos,
después los anteojos,
y por último una vieja dentadura.
Todo se hará en orden,
con los papeles al día.

 


© Marcos Rosenzvaig

81ariadna