Cartón fósil
Ignacio Vleming
Madrid, La Bella Varsovia, 2016
por Álvaro Muñoz Robledano

Hace menos de un mes escuché a Ignacio Vleming en una lectura de poesía en la que me sentí alterado, lúcido, impaciente, sediento. Durante la misma afirmó que escribía poesía para compensar no haberse entregado a la arquitectura. Y puede, aunque resulte presuntuoso señalarlo, que se equivocase. Porque Cartón fósil, adquirido de modo casi compulsivo en cuanto me levanté de la mesa de aquel bar, es arquitectura en estado puro, y no sólo por el asunto de muchos de sus poemas, ni tan sólo por la solidez estructural del libro. Cada texto que lo conforma participa de la lentitud que la arquitectura exige, de la flexibilidad en el tiempo y la necesidad de la mirada que un edificio reclama. Vleming recorre las salas de los museos y las mínimas estancias de la casa secreta en que vamos desvencijando y apuntalando nuestra memoria, una memoria que no distingue entre lo vivido y lo contemplado, entre las sensaciones de la piel y las del interior, en que las palabras se beben y las formas se respiran. Cartón fósil recorre los pasillos y los zaguanes de esa construcción que hemos dado en llamar cultura, aunque demasiado a menudo olvidemos su significado, y deja trazadas unas pocas líneas, bosquejos de un proyecto que es arquitectura insoslayable, habitable, enfrentada a sus sonidos. Una arquitectura que me parece cada día un poco más necesaria.
© A.M.R.
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