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La niña no se mueve / Sensual (*)

por Mari Carmen Moreno Mozo

 

 

La niña no se mueve

La niña no se mueve. Es inútil que sigan preguntándole porque no responde a ningún nombre. ¿Quién querría escupir su verdad o colocarse a la altura de sus grotescos sueños?

La píldora, que ha sido colocada bajo de su lengua, es escupida.

Le colocan un deuvedé con imágenes de su niñez. Se traga la risa. Se encoge en posición fetal, sin mover ni uno sólo de sus músculos. Tampoco parece inmutarse cuando su madre se levanta y comienza a caminar a cuatro patas.

¿En qué habitáculo del cerebro debes colocar todas esas señas de identidad sin necesidad de formatearlas?

 

Sensual

Sensual, el cuerpo hospitalario acoge al extranjero, solidario. Lo camufla en sus alas y libera las esporas en ese santuario microscopio donde la melancolía es una prótesis extraña que se cae de rodillas ante la omnipresencia de un corazón ebrio. 

La camisa de fuerza es deslazada para permitir que el pez chico se coma al grande. Otra vez el viejo truco, otra vez se abren los portalones para que las naves entren al puerto y se avituallen. Otra vez pesa sobre la anfitriona todo el peso de la responsabilidad. No puede permitir que el mercader se marche y que con él desaparezca su piel retráctil.

 

Detenlo, antes  de que lleguen los perros de la noche; esos aguadores, capaces de tragarse hasta vuestras entrañas, si no podéis ofrecerle soldada.

 

(*) Fragmentos de el libro "Eva al desnudo" (Inédito).

 

 

 


© Mari Carmen Moreno Mozo


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