Un libro de viajes, de viajes “pequeños”, ahora que el sentido deportivo nos empuja al estrambote, a largarnos a Tasmania en flotador o a recorrer el Camino de Santiago con una venda en los ojos. Un libro de viajes a los lugares a los que no deberíamos dejar de ir, cercanos, parte de nuestra cultura, de nuestro modo de percibir, de nuestro arte; a esos lugares en los que no hay otra manera que el paseo, que generan su propia narración, lenta como la mirada, que han aprendido a ser libros y a ser cafés y esquinas. Un libro en el que Ernesto Baltar recoge lo que no deberíamos haber perdido en nuestras modernas caminatas por selvas y desiertos: la intimidad, la voz baja, el apunte suelto, las pocas palabras tras las que se intuyen las ciudades, su tiempo, su espejos.
© A.M.R.