índice del número

 

 

Tristeza de las ciudades balnearias
porGuillermo O. García F.

 

 

 

advertencia

 

embalsamados pájaros

brotan del interior de esta maleta

 

son los lugares que nunca he visitado

y las pieles que mi tacto jamás recorrerá

 

inmediata

mi única ventana se abre a paisajes de cemento

 

 

 

hölderliniana

 

anochecer del canto

 

ha partido

el hacedor del vino

los peces y

los panes

 

a este lado del río aletean

huérfanos de voz los

ruiseñores

 

 

 

tristeza de las ciudades balnearias

 

yace un dios

desde quién sabe

cuándo

disimulado detrás de cuántas

máscaras

 

-éste?

 

preguntamos una

vez

y otras tantas

a lo largo de la

marcha del

camino

 

una y otra vez sobre

los pasos

 

el silencio no

responde ni

traduce

la agonía de los

bosques y los

mares

 

resta tan sólo la tristeza de las ciudades balnearias

donde vida se

parodia

en semi-casi-vida o

albañales

 

(usted elija)

 

ahí

donde las

islas huyeron de las

redes

metalizan los

motores sus rituales

 

ahí

donde los

ritmos monocordes del

tiempo desaguado

atribulan

 

 

 

al margen de la carretera de cormac mc carthy

 

no hay cenizas sagradas una vez

que se hubieron los dioses

consumido

 

sólo queda el dolor de la memoria de los árboles

y el agua

 

cuarteado asfalto será el tiempo

cuando yertos los relojes

crucifiquen

 

todo lo hiende el frío

lo disipa

 

no obstante late algo todavía en lo que oculta

más allá del miedo

el adelante

 

desandan incógnitas los pasos

 

 

 

casa vieja

 

escoltan los canteros bajo el muro

el verde agridulce de las plantas

 

resignada ancianidad de los hijos dispersos

 

contemplamos

mi hermana y yo la humedad cuadriculada

de los patios

 

los días antiguos se ocultan detrás de las macetas

 

retacea el cielo la fugacidad de los pájaros

 

 

 

certidumbres

 

atardece el domingo en las habitaciones vacías

 

solo estoy tras esas puertas y

una

a

una

las traspaso

 

ante mí

se abre el patio con sus ecos y su orfandad de

niños

 

las últimas nubes se alejan

 

aguardo que retornen esas manos a mis manos

como barcos a un puerto

 

añoro lo que jamás he tenido

 

no obstante espero…

 

 

 

tentativas / 1

 

lo que sostenía ha muerto

 

derivan brújulas sin norte

 

me aferro a la voz

de tu rostro

 

no es

el alba

todavía

 

 

 

tentativas / 2

 

inmerso en los modos de tu habla

soy

y así me dejo

ser cada una de las veces

que me nombras

 

humean dos tazas de café

entre nosotros

 

afuera

mientras tanto

prosigue la tarde su decurso

 

 

 

tentativas / 3

 

más allá del

mar de las

palabras

 

lo impronunciado

funda y

persiste

 

 

 

tentativas / 4

 

rememora reticente lo

genuino

 

rememora y calla en extramuros

lejos de pregones

e intercambios

 

 

 

tentativas / 5

 

constantes

laboriosas

van y vienen

como insectos las

palabras

 

sin embargo rara

vez

 

-muy rara

vez-

 

ellos se

entienden

 

 

 

tentativas / 6

 

innumerables aletean las versiones

y el poema

es una flor de ceniza en la tormenta

 

 

 

tentativas / 7

 

baudeleriano presagio de los tiempos:

 

“pronto nos hundiremos en las frías tinieblas”

 

“frías tinieblas” dice del invierno del mundo

cuando todo

todo

se oscurece y sólo resta

ensimismarse en la espera

 

acunemos en silencio las palabras

 

 

[Nota: El verso citado de Baudelaire pertenece al poema titulado “Canto de otoño”, que es el número 61 de Las flores del mal ].

 

 

 

otoño

 

letanías bajo

grises

nubes como dioses

quietos

 

el silencio

allí

protege

 

allí en el

cielo donde

huellas

 

desorientan

 

árboles saqueados

acá

abajo

 

me suprimen

 

 

 

1918

 

añicos de sentido

sobrevuelan trincheras

 

crucificado entre

alambres un

cadáver

medita

 

la noche

retorna

 

entreabierta

boca grita

muda

 

migraron los pájaros de

los ojos vacíos

 

nadie que interprete

los augurios del

ocaso

 

 

 

max shrek

 

semejan las ventanas fauces góticas

y enmarcan

un pavor profundo tanto

como abismos

 

el miedo sigiloso es una rata

calva

profusamente maquillada

o la incisiva peste que hipnotiza

o un anacrónico frac

enmohecido

ese resabio gélido de labios

previo al alba

 

cuerpos retorcidos en trincheras

esbozan pesadillas de mañana

 

quién fuiste en realidad?

qué fuiste?

qué remedo de hombre?

qué indescifrable verdad desocultada tras la máscara?

 

 

 

interrogaciones

 

pregunta quién

habita más allá de

las palabras el

poema

 

el mundo en sí

quizá

inmaculado

 

o esa

revelación intolerable

 

o ese

cataclismo de las categorías

 

respuestas…

respuestas…

posibles respuestas…

 

parirse sin más en las

raíces del

habla

 

indefinible lo

por primera vez

nombrado

 

 

 

inventarios

 

los inventarios han sido concluidos

y descansan

más acá del alcance de los viejos

dioses

 

antes y después

derecha e izquierda

arriba y abajo

 

cuadriculan

 

las brumas del mundo se disipan

una vez enmudecidos los oráculos

 

 

 

mar

 

no puede ser medido el mar inmenso

no puede igual que el cielo ser contado

ni pesado por las cifras de los hombres

 

los números naufragan en las olas

los mapas engañan

 

nada dicen del viento y los caminos

del viento en el agua

 

son de la orilla los ojos humanos

son de la orilla y

confinados

contemplan y callan

contemplan y callan

contemplan y callan

 

 

 

invenciones

 

se pueden inventar los pájaros?

 

quizás

quizás

 

-ese es al menos nuestro intento-

 

nada más desolador

que un cielo huérfano de vuelos

 

culpa de las pantallas

y también de los metales

raudos

 

intimidan los espectros

 

ahora

ahora

habremos de luchar

 

(aunque la guerra de antemano esté perdida)

 

hay que fraguar con el barro del habla

 

vuelos

 

 

 

los nombres

 

los nombres

los nombres…

 

puentes intangibles que van de

boca en boca y

que sólo por error

-excepcionalmente-

conducen

 

los nombres…

 

 

 

para una teoría del entrecruzamiento de miradas

 

yo la miraba desde atrás de las

trincheras de mi incurable timidez de

entonces

 

y ella me miraba

 

y todos conversaban de

esto y de

aquello

-cosas las más al fin y al cabo

carentes de importancia-

 

y ella me miraba

 

y todos hablaban y hablaban y hablaban sin

dejar ni un

instante de pensar tan sólo en

eso

 

y ella me miraba

 

y cooperaba la música en hacernos

mucho pero

mucho

más intraducibles

 

y ella me miraba

 

por qué

-debí de haberme preguntado-

por qué nunca son del todo

explícitos los

ojos?

 

por qué se complacen en

mensajes que han perdido

el rumbo y descarriados

se lanzan a varar como ballenas

a playas solitarias?

 

por qué aún me ahora dictan cosas

jamás verbalizadas

esos ojos?

 

por qué lo eventual confinado en la

penumbra

permanece y no

calla?

 

 


© Guillermo O. García F. nació en Banfield, Provincia de Buenos Aires (Argentina), en 1966. Es Licenciado en Letras por la Facultad de Ciencias Sociales de Universidad Nacional de Lomas de Zamora, donde actualmente se desempeña como profesor en las cátedras de Literatura Latinoamericana I y II. Ha publicado cuentos, poesías y ensayos en diversos medios.

54ariadna