Pedro del Pozo
Todas las puertas abiertas
122 páginas
Libros de la Herida, 2005

por Alberto García-Teresa


Una de las mayores posibilidades de la poesía es contribuir a humanizar este mundo. Y los poemas contenidos en este Todas las puertas abiertas, de Pedro del Pozo, trata de conseguirlo, apelando a la humildad, la fraternidad y la esperanza como vía para ello.

El poeta lanza y construye en sus versos una mirada mágica de la realidad, ligada a la ternura, la comunicación, a la unidad en el dolor, al amor en el sufrimiento. Es, en cierta manera, de un enfoque muy ligado a la perspectiva de algunos escritores latinoamericanos como Eduardo Galeano o Mario Benedetti, que también muestran un constante poso de crítica social. De este modo, construye una atmósfera cálida que nace, como de hecho se llama la editorial que comenzó su andadura con esta obra, desde la herida.

Se trata de un poemario que tiende las manos al lector y al resto de hombres y mujeres; un libro que busca “edificar, pacientemente, una casa con todas las puertas abiertas”.

Del Pozo postula resistir, no claudicar nunca, pero desde un prisma existencial, más allá de una acción concreta. Ésa es la clave de una poética vitalista (“las oportunidades no se piden­ –se agarran”), inteligentemente utópica (“avancen las ilusiones”), que se desarrolla a través de métaforas construidas con referentes sencillos, cercanos, de la naturaleza próxima (insectos, astros, campos) aunque no deja de haber, en última instancia, un horizonte de desilusión al fondo, de desencanto: “Y damos vueltas y vueltas y vueltas / como niños en la cama de los sueños rotos”.

Por otro lado, el ser esta obra (el primer volumen del autor, sin embargo) una selección de poemas de distintos libros escritos por el poeta ofrece la interesante posibilidad de contemplar distintos ejercicios poéticos e incluso la evolución del autor.

Son versos hermosos los que componen este libro; versos entrañables, radicalmente humanos, necesarios en un mundo donde se nos ha olvidado detenernos a escuchar al prójimo y ser conscientes de que podemos abrazarle

 

 


© Alberto García Teresa

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