Elia Barceló
Corazón de tango

182 páginas
Colección 451
451 Editores, 2007

por Alberto García-Teresa

 

Un tango hecho brillante novela

Un tango. Un tango intenso, poderoso y añejo. Ésa es la mejor metáfora para describir la última novela de Elia Barceló, quien se reafirma en su gran calidad como narradora, por encima de géneros y registros.

Corazón de tango es un tango hecho novela. La misma historia es un relato propio de una canción; una historia de pasiones, amores, engaños y fatalidad. La lograda atmósfera que crea es nostálgica, melancólica, como el baile que envuelve el texto. Los personajes se mueven por pasiones, por el instinto de supervivencia, rozando el arquetipo, como las figuras que pueblan el folklore. El tango aparece como fin en sí mismo y como motivo principal pero también sirve para crear, pues es quien abre el relato en un soberbio capítulo inicial, la atmósfera densa, de cierto misterio vago, de neblina, que desde el principio atrapa el libro. "El tango difumina las cosas, las desdibuja, como el alcohol", y con ello se origina esa atmósfera de irrealidad.

Ésta se sostiene esencialmente en los episodios milongueros, pero su potencia hace que se mantengan durante muchas páginas, como un extraño eco. Es en ese juego precisamente donde se aprecia más la influencia de los narradores fantásticos latinoamericanos (no en vano, el último agradecimiento de la autora es: "Por supuesto, al maestro Julio Cortázar, siempre"), que no es una influencia imitativa sino genuina y original; de espíritu, textura y terrenos. Afortunadamente, Elia Barceló hace muchos años que mantiene una voz propia en sus obras, que se asienta cada vez más.

En esa línea, de hecho, se pueden vislumbrar los hilos que comunican la presente obra tanto con El secreto del orfebre como Disfraces terribles , sus antecesoras inmediatas. Puede decirse que el ambiente nostálgico, de mañana pueblerina de El secreto del orfebre , ese aroma a primeras décadas del siglo XX, tremendamente evocador, igualmente rodeado de melancolía y sentimiento amoroso, es uno de los ejes de Corazón de tango . Del mismo modo, también encontramos aquí el periplo entre ciudades, que juega con el desarraigo de sus personajes emigrantes, que se va convirtiendo en una marca de esta segunda etapa narrativa de la autora (recordemos El vuelo del Hipogrifo ). Desde Innsbruck (su residencia habitual, a la cual despacha con un "una ciudad triste (...), una ciudad gris poblada por gentes grises, como si el peso de su historia, de tantos y tantos siglos, fuera una losa que no los dejara alzar la mirada, el alma, la voz") la trama nos lleva hasta, cómo no, Buenos Aires.

Además de un tango, Corazón de tango es una novela fantástica y un artefacto de gran valor literario. El hecho fantástico que sirve de pilar a la historia puede no ser temáticamente demasiado original, pero el planteamiento y, sobre todo, su desarrollo, lo dotan de una fuerza y una frescura notables.

Ya desde el comienzo, el ritmo es marcado con firmeza e intensidad. El libro discurre con una enorme fluidez, con la resonancia más o menos audible de los tangos entre sus líneas. Por momentos, esa particular confluencia parece sugerir que la obra, efectivamente, avanza a golpe de tango: flexible, tensa, dinámica y mágica. Esos momentos de irrealidad, en esos bailes, van punteando la trama como momentos climáticos, que aumentan conforme pasan las páginas. Son episodios límites, de felicidad e intensidad extremas.

El relato se enfoca desde el multiperspectivismo, con la alternancia de diferentes narradores en primera persona. Se cruzan entonces flashbacks y saltos temporales, lo que, sumado al cambio de narradores y a paralelismos narrativos y estructurales, da lugar a un juego de confusión con las identidades bien planificado.

En el fondo, la escritora nos está contando una historia de seres empequeñecidos, solitarios, asfixiados, que buscan un asidero o una evasión: una promesa; el tango, que es la constante de casi todos los personajes; el amor correspondido apenas vivido y largamente ensoñado; la esposa en tierra del marinero... Todos los personajes, desde sus narraciones en primera persona, parecen personas desamparadas, bondadosas, aunque desde otras perspectivas se presenten severos y firmes, cuando no agresivos o distantes. Es una historia tremendamente triste, de seres que anhelan un sueño para mantenerse a flote, que lo buscan sin descanso pero que se van hundiendo cada vez más.

Sin embargo, se abre una vía a la esperanza (simbolizada en el libro con un vestido), y esa vía está marcada, cómo no, por el tango. El tango, por tanto, es asociado con vitalidad, con energía. Se trata de la evasión de una sociedad triste, monótona y previsible. La intensidad, el sentimiento y el sabor del tango es lo que permite sobrevivir a varios de sus personajes, que se llegan a encontrar en ese mundo cotidiano viviendo dos vidas (combinando un "yo diurno" y un "yo nocturno, el tanguista, el milonguero") o procurando hacer convivir en sí mismos a dos pasiones incompatibles causadas por ello.

Jugando con lo premonitorio, con que el lector intuye o sabe lo que va a pasar, Elia Barceló explota brillantemente la tensión. Hitchcock decía que, para crear mayor tensión y ansiedad en el espectador, no había que mostrar una cafetería donde explotara una bomba, sino una bomba dentro de una caja, con un reloj en marcha, a los pies de una mesa de una cafetería donde una pareja conversa animosamente mientras discurren los minutos y el paquete permanece a sus pies. La autora utiliza ese recurso. Retrasa los momentos de enfrentamiento (el multiperspectivismo es una herramienta clave para ello), que se le antojan inevitables al lector, para dejarle completamente a merced de la narración.

Por otra parte, hay que añadir que la perspectiva de uno de los personajes femeninos da pie a una recreación, no exenta de crítica, del papel de la mujer en la sociedad y, sobre todo, en el ámbito doméstico y sentimental de principios del siglo pasado. La crítica se va haciendo más explícita conforme avanza la trama, y, finalmente, la escritora exalta que la mujer pueda decidir su vida en igualdad, que trate de ser feliz, de seguir sus pasiones e intereses y no doblegarse a los dictados sociales que la subordinan al varón.

En ese sentido, debemos destacar también la espléndida progresión de la novela. Elia va cuidadosamente ahondando en los diferentes elementos y aspectos que se entreven, titubean, se asientan y finalmente se reafirman vigorosos del texto. El libro va excavando en su propia materia ficcional y filosófica en espiral, con un trabajo de planificación e indagación en las posibilidades del planteamiento verdaderamente notables.

 

© Alberto García-Teresa (Madrid, 1980), licenciado en Filología Hispánica, es codirector de Jabberwock , antología anual de ensayos sobre literatura fantástica, coordina la revista de crítica sobre ficción especulativa Hélice (www.revistahelice.com), y ha sido redactor jefe de la revista Solaris . Es crítico literario en diferentes medios (las revistas Gigamesh , Prótesis , 2001 , el periódico Diagonal o las web Bibliópolis: Crítica en la red o C , entre otros) y coantólogo de Fabricantes de sueños 2004 y los volúmenes de relatos de terror Paura y Paura vol. 2 .

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