La ideología existe
por José Repiso Moyano

 

Cualquier idea originariamente fue mito -por ejemplo fue mito la primera idea de "Se puede llegar a la Luna", "Todos nacemos iguales en derechos" o de "La mujer puede participar en la política"-; progresivamente -algo progresa porque va en función de la consecución de una idea sobre el contexto de lo real- la idea puede convertirse en causa no solamente individual, sino social, es decir en una ideología. Por tanto toda ideología existe, y necesariamente con un origen de idea, de imaginación, de invención, de mito provocado por un trans- fondo de experiencia o cultura. ¡Ah!, pero no cualquier idea tiene el éxito espe- rado; sencillamente porque le contraviene lo factible racionalmente en cuanto a lo realizable de acuerdo con las leyes físicas de la Naturaleza.

Una vez que un grupo social o una sociedad sigue una ideología la fundamenta en principios y estos principios son morales, en su esencia. Téngase en cuenta que todos nuestros principios son morales porque inciden sobre el comportamiento individual o social, ya sea la libertad, la belleza, etc. Por tanto rigen sobre todo lo que el ser humano hace, porque le enseñan el modo de actuar, el modo de orientarse socialmente. Sí, lo que ocurre es que un principio o valor puede ser manipulado por algún poder fáctico como lo ha hecho la Iglesia, el poder político o el poder económico; así, no es el principio lo que verdaderamente falla, sino una deslealtad, una falta de confianza en él.

A pesar de todo, los principios o valores existirán porque se han educado durante milenios, porque forman parte de la naturaleza humana, porque nos han hecho. Aunque pasemos ahora una crisis de confianza en nosotros mismos, por muchas confusiones, por una soberbia económico-intelectual-pasota de derribar toda ideología, ahí están ellos en el subconsciente colectivo.

De veras creo que el ser humano es ahora terriblemente soberbio: nunca ha tenido más y mejores medios para conseguir sus ideales. Pero está confuso. Los supuestamente mejores filósofos del mundo se ponen a preguntarse sobre qué es la libertad en vez de creer de seguido en ella como lo han hecho miles de millones de seres humanos que nos han precedido. No importa tanto apuntalar la definición de libertad, sino saber -como se ha sabido- lo que no es: esclavismo, opresión de pueblos, manipulación de toda la economía, negación de culturas, negación de ideologías, negación de libertad de expresión, desproteger a los débiles, maltratar a la mujer, etc. Pienso que el ser humano debe corregir sus errores, transferir dignamente sus principios, evolucionar. Así, salir de estos problemas es más libertad, o más progreso de libertad, pero sin fin; como sin fin es el camino del amor, de la esperanza o de cualquier ideal.

"Esto no se puede definir" he escuchado a un pensador de un concepto subjetivo. Si lo hubiese escuchado Platón le hubiera seguro tirado de las orejas. Inténtelo y luche por lo que ha definido.

También lo que ha propiciado la confusión es la idolatría de lo fácil que exonera de cualquier compromiso o incomodidad, por odio a lo que es ingenioso o revolucionario -se cree, difundido por la religión y el poder dominante, que es perjudicial, cuando es lo que nos hizo y lo que nos guió-.

Ahora ya no bastan las ideas geniales o la lucidez del sabio, sino tener una fuerte compañía comercial detrás, tener simpatía y fotogenia para la hipócrita oratoria; sino el juego sucio de la manipulación de los medios de comunicación que pinta de inteligente al tonto, de sensato al charlatán o al gazmoño que siempre suele tener muchas influencias y, sobre todo, ha lamido muchos culos rezando a Dios al mismo tiempo. Y lo primero que hacen para rebatir es acusar al otro de grosero; por supuesto, Colón, Galileo fueron "groseros" porque rompieron con la armonía "divina" o con la cortesía cruel y regresiva de la ignorancia. Toda innovación siempre es algo "grosera", pero con virtuosidad de fondo.

En mi caso, sólo me siento realizado en un uno por ciento, ningún proyecto mío ha sido permitido; vale lo necio siempre que huela a mediación de los poderes fácticos. Un amigo argentino me dice: "¿Cómo pueden mejorarse las cosas si, los que intentan mejorarlas, son pisoteados?". Lamentablemente es el negocio, pero ¿hasta cuándo?

© JOSÉ REPISO MOYANO

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